¿Dominan las arenas a la fuerza gigantesca del mar?


Lo común es que la arena se rebele contra la soberanía del mar y domine sus fuerzas gigantescas. Es tan grande la cantidad de arena que el mar arroja a veces de su seno, que forma pequeñas colinas o dunas, tan compactas, que constituyen una barrera contra el mar que las ha traído, y evitan que las olas puedan internarse más en la tierra.

Pero todos sabemos que las playas no son siempre de arena; hay muchas de cascajo, el cual tiene su historia también. Muchas piedras han sido arrancadas por el agua de las rocas que yacen a orillas del mar. Otras llegaron hasta él tras un largo proceso, aprisionadas por los hielos procedentes de lejanas montañas y valles.

Lentamente, a pasos insensibles, cumpliendo la inalterable ley de la gravedad, fueron rodando los guijarros hasta llegar al mar, en cuyas orillas han sido constantemente zarandeados por las olas. Las olas de los temporales, capaces de remover grandes bloques de mampostería, cual si fuesen trozos de corcho, juegan con los guijarros como si se tratase de plumas, y los lanzan al aire, hasta el extremo de que las ventanas de los faros, que se hallan muy elevadas sobre el nivel del mar, son destrozadas por estas reliquias de las montañas y valles que existieron muchas edades antes que el hombre.