POR QUÉ DEBEMOS LEER A LOS POETAS
La poesía expresa, con insuperable viveza y animación, cuanto tiene la Naturaleza de glorioso. No hay medio de expresión que iguale en intensidad al lenguaje que hablan los poetas. Una espléndida puesta de sol nos emociona, cuando la vemos con nuestros propios ojos; nos emociona también si nos la ofrece un artista reproducida por sus pinceles; pero nos emocionará más si la encontramos descrita por un buen poeta; pues éste, sirviéndose de la magia de su lenguaje, usando las palabras más bellas, insinuantes y musicales, nos hará ver en la puesta de sol pormenores que antes se nos pasaron inadvertidos; y el mismo espectáculo grandioso se reproducirá en nuestra fantasía, además de bello, elocuente. Esto sólo puede conseguirlo el poeta, que sabe dar luz y música a sus palabras, que pone sentimiento y emoción al lado de la razón y la inteligencia
El universo con la prodigiosa estructura de sus galaxias; o agrupaciones, la tierra con sus tres reinos plenos de maravillas, la sociedad y su historia, el hombre con sus milenarios problemas, sus luchas, sus deseos, sus temores, sus derrotas y sus triunfos: todo esto puede constituir un objeto de admiración, de interés y de estudio. Hombres ilustres de todos los tiempos, sabios y filósofos, se han ocupado de explorar estas distintas regiones de la realidad y de explicar los enigmas que esta realidad plantea a la inteligencia.
En los escritos que nos han legado hallaremos, pues, el resultado del afán investigador de la humanidad, cristalizado en fórmulas más o menos generales que constituyen la Ciencia y la Filosofía. Es verdad que nuestra inteligencia no llegará a saciarse enteramente con ellos, puesto que los problemas que ésta se puede plantear son innumerables y están muy lejos de haberlos resuelto ya los hombres de ciencia; pero de todas maneras serán muchísimas las preguntas que podrán contestarnos, y en ellos encontrará nuestra razón un aliciente poderosísimo para su propia formación y desarrollo.
Sin embargo, esto no bastará: a satisfacer integralmente nuestras exigencias espirituales. Al lado de la razón y de la inteligencia, o por mejor decir inseparablemente confundido con ellas, se hallan el sentimiento, el afecto y la emoción.
De ahí que, junto a la Ciencia y la Filosofía, se hayan desarrollado las Artes y por encima de todas ellas aquella que expresa de una manera más perfecta la emoción y los sentimientos humanos, por cuanto utiliza el más perfecto de los medios humanos de expresión: el lenguaje oral o escrito. Nos referimos a la Poesía.
Así como todo lo que existe se presenta a la razón como una fuente inagotable de problemas y de enigmas, dando ocasión de este modo al surgimiento de la Ciencia, así también el Universo entero y todo lo que contiene, el mundo mineral, vegetal, animal y humano se presentan al sentimiento como una fuente inexhaustible de emociones cuya expresión oral o escrita constituye el reino de la Poesía.
En los escritos de los grandes postas de todas las edades encontraremos, pues, expresadas de una manera singularmente adecuada, estas emociones que todos en mayor o menor grado hemos experimentado frente a las cosas. Los grandes poetas son, en efecto, aquellos que logran expresar más cabalmente, con más justeza y precisión, con más belleza y armonía los sentimientos múltiples e infinitamente varios, los matices innumerables y sutiles de los sentimientos nacidos en nuestra alma.
Y de la misma manera que la lectura de los escritos de sabios y filósofos ilumina la inteligencia, la guía, la fortalece y le presta alientos para que prosiga sus propias investigaciones en torno a la verdad de las cosas, así también la lectura de los poetas nos ayuda a sentir mejor la realidad, afina nuestra sensibilidad para la percepción de nuevas bellezas antes desconocidas o apenas entrevistas, aguza y exalta nuestra emotividad y nos descubre a cada paso un nuevo mundo de sin par hermosura aun a través de las cosas más vulgares, insignificantes y triviales.
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