EL GALGO Y EL CERDO - Manuel Bretón de los Herreros


Manuel Bretón de los Herreros, fecundo comediógrafo español (1796-1873), reprende en la siguiente fábula los excesos de la holganza y la glotonería. Bretón, que fue secretario perpetuo de la Academia de la Lengua, se distingue, entre los dramaturgos españoles, por su sencillez en la intriga, lo castizo del lenguaje, la versificación fácil y armoniosa, y por la vena cómica que caracteriza a los personajes de sus comedias, de sana intención moralizadora.

La sobriedad nos conviene
Y nos mata la pereza:
Esta fábula no reza,
Que es una lección de higiene.

Desde su hedionda pocilga
Cierto amrrano archibruto
A un ligero galgo enjuto
Tales sandeces le endilga:

-Pobre animal baladí
Que estás hecho una silueta,
¿Eres dómine o poeta?
Lástima tengo de ti.

-Gracias, le responde el galgo,
Por tu amistoso interés;
Pero, tal como me ves,
Más puedo que tú y más valgo.

-¡Sí; cruzando valle y loma,
Y expuesto a más de un percance,
A una liebre das alcance
Para que otro se la coma!

-Cierto; mas de la victoria
La mejor parte reclamo:
El provecho doy al amo
Y me reservo la gloria.

- ¡Bah! ¿qué es la gloria? Humo vano.
Yo, a tales quimeras sordo,
Como, duermo y en paz engordo.
-Replica tosco el marrano.

-Por ventura ¿estoy yo hambriento?
El amo no me limita
La ración que necesita
Mi sobrio temperamento.

Conservo así la aptitud
Que pide mi noble oficio,
Y aire puro y ejercicio
Fortalecen mi salud.

Entre el hogar y la caza,
Así, bestia descreída,
Quince y más años de vida
Concede el cielo a mi raza.

Tú, cuyo sensorio embota,
Ya de suyo torpe y basto,
Entre inmundo cieno, el pasto
Del salvado y la bellota;

Tú, cuyo destino cierto,
Tras llevar tan feo nombre,
Es cebarte vivo el hombre
Para devorarte muerto;

Tú, cuya importancia es nula
Para tanto orgullo, ignoras
Que están contadas tus horas
Y es tu enemigo la gula.

Cumplido apenas un año,
Darás el postrer resuello,
Y tras de horrible degüello
Te sacarán el redaño;

Y el de tu muerte tan funesta,
Sin duelo de tu agonía,
Será en esta casa día
De regodeo y de fiesta.

Ya preparan la sartén,
Ya hacen de tu carne trizas
Y con ella longanizas,
Que yo he de probar también...

Su filípica severa
Suspendió el galgo ladino,
Porque advirtió que el gorrino
Se durmió... como quien era.

El estúpido glotón
Que, sin más Dios que su panza,
Vive en vergonzosa holganza
Como el citado lechan,

Tema apresurar el día
En que le lleve al lucillo,
Si no acerado cuchillo,
Fulminante apoplejía.