LA ALONDRA, EL JILGUERO Y EL CANARIO - Wolfgang Goethe
La inconsciencia de los males disminuye el padecimiento que causan, pero al mismo tiempo empeoran la condición de los desgraciados, condenándolos n no hacer esfuerzo alguno por salir de su estado. Así lo enseña Wolfgang Goethe.
En una gran pajarera
Muchas aves diferentes
Una vez juntas vivían
Entre ramas y hojas verdes.
Una alondra a un jilguerillo
Que volaba alegremente,
-¿No sabes, dijo, que estamos
En una jaula perennes
Prisioneros?-Amiguita.
¿A qué jaula te refieres?
Responde el ave. ¿Hay acaso
El menor inconveniente
Para que entrambos volemos
De un lado a otro? A quien tienen
Cautivo sin duda alguna
En una jaula, es a ese
Vecino nuestro, el canario.
¡Pobre! Lo está ciertamente.
-Te repito que lo estamos
Los dos de la misma suerte.
¿Del enrejado el alambre
No ves que aquí nos retiene?
-En efecto: estoy conforme;
Mas repara que aunque lleve
Cuan lejos pueda mi vista,
A otro lado que no éste,
No encuentro ese alambre.-¡Es claro!
Sólo de un lado ver puedes.
-Lo mismo que tú.-No obstante
Observar, amigo, debes
Que nuestro dueño que un día
Y otro a llenarnos viene
El bebedero, y del grano
Nos provee, si no supiese
Que en vano marchar podíamos.
Encerrados aquí siempre,
Donde quisiéramos, cierto
No lo haría.- ¡Sigo en mis trece!
Te repito que a mi antojo
Vuelo aquí: no me convences.
Mucho duró esta disputa:
No acabara, si no fuese
Porque el canario exclamó
En su nido de esta suerte:
-Si no podéis afirmar.
Compañeros inocentes.
Si estáis o no en una jaula,
Es cual si no lo estuvierais
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