PERSONAJES DE LA CIUDAD ETERNA
Muerto Julio César, se inició uno nueva etapa en la historia política de Roma: el período del Imperio. Abarca desde algunos años antes del nacimiento de Cristo, hasta las invasiones de los bárbaros, es decir, casi cinco siglos. El gobierno fue ejercido por un funcionario que tomó el titulo de Emperador, cuyo poder era considerado como de origen divino. En consecuencia, su voluntad debía ser respetada y obedecida sin vacilaciones. Ocurrió pues, que durante el Imperio, si bien existían otras instituciones que se ocupaban de diversos asuntos de Estado, todas estaban ensombrecidas por el poder absoluto del Emperador, de cuya capacidad y dotes personales dependía, casi exclusivamente la marcha del gobierno. Algunos emperadores dedicaron sus afanes al mejoramiento de la política y de la legislación; protegieron las artes y las letras y extendieron los límites del Imperio hasta el Indo y hasta España. Otros, en cambio, explotaron al pueblo y a las provincias en su propio beneficio. Por esta razón, la historia de los emperadores romanos ofrece los más variados caracteres, y al lado de magníficos ejemplos de habilidad política y austeridad moral, aparecen, contrapuestos, verdaderos monstruos de perversidad.
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