César y Pompeyo, los hombres más célebres de Roma
Aunque descendiente de una familia noble, César había pertenecido siempre al partido popular. Conoció que, para conquistar el poder, debía antes captarse el favor del pueblo, y que, después de esto, lo que inmediatamente procedía era convencer a Pompeyo de que, si se unían los dos, podrían tener en sus manos todo el mundo romano; si bien había un tercero, Craso, que, a causa de sus riquezas, venía a ser un rival de Pompeyo. En cuanto Pompeyo hubo regresado de la guerra contra Mitridatos, se arregló César de tal manera que los tres convinieron en obrar de común acuerdo; indudablemente, creyó Pompeyo que él iba a ser el caudillo del triunvirato, viendo como veía a César ayuno de toda práctica en la guerra y únicamente célebre como orador.
Con todo, fue César quien dictó medidas más del gusto del pueblo.
Claramente vio César que había de llegar un día de abierta lucha entre él y Pompeyo, sobre quién hubiese de adueñarse de Roma, y consiguió ser enviado en calidad de gobernador a las Galias, actualmente Francia, lo cual le daría oportunidad de fortalecerse militarmente, pues, como hubiese muchas tribus guerreras en ese país, necesitó de un ejército para subyugarlas, y al frente de estas huestes se evidenció muy luego que era uno de los mejores militares que han existido, y de una admirable influencia sobre sus soldados. César escribió un libro sobre sus guerras en las Galias, modelo de lo que debe ser una obra de este género. Desde allí atravesó el canal de la Mancha y peleó contra los; antiguos bretones; mas, como sólo había deseado ver qué era aquel país y no tenía intención de conquistarlo, regresó a las Galias.
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