Wheatstone y Cooke construyen el primer telégrafo práctico


La primera vez que Cooke oyó hablar de la electricidad relacionada con el telégrafo, se hallaba estudiando medicina fuera de su patria. En su privilegiada inteligencia vio muy pronto que la solución del problema era realmente probable, y abrazando con entusiasmo la idea de resolverlo, fue a Inglaterra, en donde se unió para este objeto con Wheatstone. El resultado fue excelente. Cooke era un gran hombre de negocios, Wheatstone un genio. Unidos ambos construyeron el primer telégrafo práctico que se instaló en Gran Bretaña, en 1838, utilizado por el ferrocarril de Londres a Blackwall. Como casi todas las cosas nuevas, el invento distaba mucho de ser perfecto. Tenía cinco líneas de alambre, lo cual, naturalmente, encarecía mucho su precio. Al año siguiente, el número de líneas quedó reducido a dos; pero como todavía resultaba demasiado costoso, ambos socios trabajaron con ahínco hasta que, en 1845, quedó establecido el telégrafo con un solo alambre; prácticamente se reducía al mismo instrumento que se usa hoy en día en las pequeñas oficinas. Al fin, suscitóse entre los dos socios una disputa sobre quién de los dos había tenido más parte en el descubrimiento del telégrafo. Wheatstone dijo con franqueza que, a no haber sido por la ayuda de Cooke, no habría inventado tan pronto el telégrafo; pero añadió que Cooke solo no lo hubiera inventado nunca. Esta afirmación parece asumir con toda exactitud la solución verdadera de la disputa.