El hombre desconocido que fue el verdadero padre del telégrafo
Este hecho llamó considerablemente la atención de todos los que se dedicaban a experimentos eléctricos; pero no parece que condujera a nada práctico, hasta que, en 1753, un escocés, Marshall, publicó en un diario de Escocia un artículo en el cual afirmaba que estas corrientes eléctricas podrían utilizarse para despachar mensajes a largas distancias. Consistía su idea en disponer, para cada letra del alfabeto, de un alambre, el cual debería utilizarse siempre que hubiera de representarse la letra a que dicho alambre correspondiera. La corriente movía en el extremo receptor del alambre una esferita metálica a manera de electroscopio. Cada una de las esferas tenía un papel liviano con una letra del alfabeto, de manera que éste quedaba representado por veinticinco esferitas. El que recibía el mensaje iba anotando las letras de las esferas que se movían, y formaba las palabras de la comunicación.
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