Los cristianos se postran de rodillas ante Jerusalén


La más terrible de aquellas batallas fue la larga lucha en la ciudad de Antioquía, de la que los cruzados creyeron indispensable apoderarse. El ejército cristiano carecía de habilidad en el arte del asedio, y, por otra parte, los turcos defendieron la ciudad vigorosamente. El sitio duró mucho tiempo y dio ocasión a que realizaran atrevidísimas hazañas Godofredo de Bouillon y el normando Roberto. Con todo, al fin, gracias a un traidor de la ciudad, que propuso un plan para que entrasen en ella Bohemundo de Tarento con sus caballeros, cayó ésta en poder de los cristianos. Pero todavía se resistió la ciudadela, y como llegasen refuerzos a los turcos, el ejército sitiador de la fortaleza quedó sitiado en la ciudad. Por último, los cristianos hicieron una salida y libraron otra gran batalla que determinó la derrota de los turcos y fue causa de la rendición de la ciudadela. Conquistada Antioquía, quedó en ella como dueño y señor Bohemundo, y el ejército cruzado prosiguió su marcha sobre Jerusalén,

Al llegar a la vista de la Ciudad Santa, los cruzados se postraron de rodillas, dando gracias a Dios por haberles concedido, al fin, lo que tanto deseaban, y se dispusieron a tomarla por asalto, puesto que la ciudad era muy fuerte y se preparaba bien para resistirles.