Los azares de la guerra ruso-japonesa y la enconada lucha por la libertad


Alejandro III falleció en 1894. Le sucedió su hijo Nicolás II, el último de los zares, y al principio imitó el despotismo de su padre; pero la voz del pueblo fue haciéndose oír cada vez más, y las leyes, aunque nunca modificadas, tuvieron que ser aplicadas con menos rigor.

En 1904 estalló la guerra ruso-japonesa, la que terminó con la derrota de los rusos, y la casi completa destrucción de su marina de guerra. El pueblo había ido al frente sin entusiasmo; lo que más le preocupaba era la lucha que hacía tantos años sostenía por la conquista de sus libertades; el resultado fue que, una vez firmada la paz con Japón, el zar tuvo que conceder a Rusia una asamblea legislativa electiva, que se llamó Duma. Esta asamblea, como era natural, se mostró desde un principio poco dócil. El zar deseaba perder el mínimo posible de autoridad, pero tuvo que desistir de sus pretensiones. Gradualmente la Duma fue aumentando su poder; hiciéronse notables progresos en el sentido de la libertad, a pesar de lo cual la Duma nunca llegó a tener una autoridad comparable a la de los cuerpos legislativos de los países verdaderamente libres.