El peligro que amenazaba a los estados griegos por el norte
Los espartanos, que durante algún tiempo gozaron a su vez de la hegemonía, eran odiados por su egoísmo y crueldad. Así llegó el día en que también perdieron toda preponderancia por mar y tierra, y entonces Tebas tuvo algunos repetidos éxitos, dirigida por su gran caudillo Epaminondas. Al morir éste, ya no eran los persas, tanto tiempo temidos, quienes hacían presagiar una posible conquista de los dispersos Estados griegos. El peligro venía de un punto no sospechado, de Macedonia, en las costas norteña y occidental del mar Egeo.
Los macedonios eran una raza nacida de la mezcla de los griegos con las tribus menos civilizadas, a quienes éstos llamaban bárbaros. Desde mucho tiempo habían tenido sus reyes propios; pero sus vecinos del Sur les habían prestado muy escasa atención. Al subir al trono de Macedonia un rey inteligente y ambicioso, Filipo, el peligro comenzó a amenazar de veras.
Ese monarca instruyó y mejoró su ejército; anexionóse los bárbaros países vecinos y, con maña y destreza admirables, se aprovechó de la debilidad y las querellas de atenienses, espartanos y beocios, hasta conseguir, por último, el gran objetivo de su vida: la hegemonía de los Estados griegos.
Demóstenes, el orador maravilloso, descubridor de sus planes y artificios, fue su enemigo principal. En la Asamblea de Atenas tronó una y otra vez en arrebatadores discursos, llegados hasta nosotros, en los cuales se propuso persuadir a sus conciudadanos a cambiar de conducta antes que fuera demasiado tarde.
Pagina anterior: Las querellas entre los estados y el derrumbamiento de Atenas
Pagina siguiente: El lóbrego día en que la libertad de Grecia desapareció para siempre