Cómo Atenas resurgió gloriosa de las cenizas de la desolación


Y esto nos conduce a la ciudad de Atenas y a su colina llamada Acrópolis, donde los persas destruyeron los edificios sagrados y mataron a los pocos griegos que en ellos permanecieron, al refugiarse los restantes en sus naves. Cavando en la Acrópolis hasta cierta profundidad descúbrese hoy una capa de tierra ennegrecida, vestigio de la ruina acarreada por los invasores persas.

Poco después de terminada la guerra, los atenienses, patrocinados por tres de sus grandes hombres, Pericles el gobernante, Ictinos el arquitecto, y Fidias el escultor, pusieron manos a la obra de reconstrucción con extraordinaria energía, para remediar los daños cometidos por los enemigos. Era ésta la ocasión más propicia: uno tras otro, en la cima de la Acrópolis, levantáronse los templos más bellos que jamás ha visto el mundo.

De ellos el principal es el Partenón. Este edificio, durante 1.000 años, fue el templo de la diosa Atenea Parthenos, y por esto recibió el nombre de Partenón. Durante otros 1.000 años fue consagrado al culto cristiano, y luego convertido en mezquita turca. Ahora es uno de los museos más notables del mundo, y sus esculturas son estudiadas como la más bella expresión de la humana forma. Al contemplar con asombro y admiración aquellas gloriosas figuras de las divinidades helénicas, nos quedamos pensando cuan perfectos debieron ser los modelos que Fidias tuvo ante sus ojos.