La guerra en el llamado frente oriental
Mientras los alemanes se lanzaron a la conquista de Francia, los austríacos, después de bombardear a Belgrado, atacaron a los servios. La lucha era difícil, pues las abruptas montañas de los Balcanes facilitaban la defensa. Por dos veces los servios se lanzaron a la ofensiva, pero fueron rechazados por los austríacos. Empero, cuando las tropas del emperador Francisco José parecían haber triunfado, fueron sorpresivamente copadas por los servios y derrotadas. Gran número de prisioneros e importantes pertrechos bélicos quedaron en manos de los victoriosos ejércitos de Servia. Este golpe fue decisivo para el desarrollo de las operaciones austro-húngaras. El grueso del ejército imperial había marchado hacia la frontera rusa para contener a las huestes del zar Nicolás II, pero debió ser debilitado para enviar divisiones al frente servio. Los moscovitas aprovecharon la coyuntura y se lanzaron al ataque. A pesar de la poderosa artillería y grandes masas humanas de que disponían los austríacos, graves fallas de comando anularon la ventaja en armamentos. Los rusos obtuvieron una serie de significativas victorias y amenazaron con precipitarse en las llanuras húngaras, y de allí, por los Cárpatos, llamados las puertas de Europa, penetrar en el corazón del continente. Esto ocurría entre el 20 de agosto y el 28 de setiembre de 1914.
Al mismo tiempo que triunfaban sobre los austro-húngaros, los rusos atacaron en el Norte a las líneas alemanas. Allí, la suerte les fue adversa y sufrieron una cruenta derrota. Estas batallas demostraron la superioridad del mando germano sobre el de los generales austríacos, y decidieron a Francisco José a entregar la dirección en el frente oriental al general Hindenburg, vencedor de los rusos en los campos de Tannenberg y en los lagos de Masuria.
Al mismo tiempo que la lucha parecía estabilizada en todos los frentes, Turquía, hasta entonces neutral, pero cuyas tropas estaban adiestradas por oficiales germanos, prestó asilo a dos cruceros alemanes perseguidos por la escuadra aliada y permitió que el puerto de Constantinopla les sirviera como base para hacer incursiones contra la costa rusa. Los aliados se vieron, pues, obligados a declarar la guerra a Turquía el 3 de noviembre de 1914. Éste fue el último gran acontecimiento del primer año de guerra, que, si bien había sido escenario de cruentas batallas, nada decisivo había aportado para poder pronosticar una futura victoria.
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