La escuadra de Gran Bretaña domina los mares
Mientras en tierra se desarrollaban los hechos de armas que relatamos, en el mar se había empeñado tenaz lucha por el dominio de las aguas, lo que significaba para los aliados mantener sus líneas de abastecimiento y bloquear a los alemanes. Durante los años de preparación militarista por parte de Alemania, el kaiser había ordenado que se construyera una marina de guerra equivalente a la británica, que tradicionalmente era la más completa y eficaz. Alemania logró tener la segunda flota del mundo; pero, apenas estallada la guerra, la falta de puertos amigos fuera de Europa la volvió casi ineficaz , y después de algunas acciones que le fueron adversas, los buques imperiales tuvieron que refugiarse en la base naval de Kiel.
El primer encuentro entre buques alemanes y británicos ocurrió en el océano Pacífico, en aguas de Chile, y fueron hundidos dos barcos británicos, el Good Hope y el Mammouth; esta batalla se trabó el 8 de diciembre de 1914. Seis días después, el 14, el almirante inglés Sturdee sorprendió, cerca de las islas Malvinas, a la flota alemana y le echó a pique, en reñida batalla, los cruceros Scharnhorst, Gneisenau y Leipzig, y después, en la persecución de los navíos derrotados, hundió al Dresden. En enero de 1915 el almirante inglés Beatty, después de hundir el crucero enemigo Blücher, puso en fuga a los barcos que lo acompañaban.
Durante los dos primeros años de la guerra, las acciones marítimas fueron pocas y desfavorables para los alemanes, aunque ello no debilitó su poderío naval. Sólo en mayo de 1916 la escuadra imperial recibió un golpe decisivo. El día 3 zarpó toda la flota germana para probar fortuna, y en aguas de Jutlandia se enfrentó con una avanzada de la escuadra británica, a la que hundió varios navíos no sin perder también ella algunos. Pero cuando el grueso de la flota inglesa llegó al lugar del combate, los alemanes viraron en redondo y huyeron en procura de sus bases. Así proclamaron definitivamente la supremacía británica en el mar.
Los alemanes no se atrevían a arriesgar el resto de su flota, tal vez en espera de un momento propicio para utilizarla, y por ello organizaron la guerra submarina, con la que esperaban debilitar el poderío aliado en los mares y desorganizar sus líneas de abastecimientos. Quisieron anular el comercio marítimo y se dedicaron a hundir toda clase de barcos, incluso de pasajeros y de naciones neutrales. Esto, como veremos después, provocó la intervención de Estados Unidos de América en la guerra contra Alemania. La guerra submarina causó al principio grandes perjuicios a los aliados por el gran tonelaje de barcos hundidos, y llegó un momento en que el número de barcos echados a pique superaba el número de los que se construían. Sin embargo, enérgicas medidas, el continuo patrulla je de las rutas marítimas y nuevas armas inventadas contra los submarinos disminuyeron la eficacia de éstos y terminaron por anularlos. Antes de que llegara el tercer año de guerra, los aliados disponían libremente de todas las rutas marítimas y sus barcos no corrían mayores riesgos de ser atacados por submarinos enemigos.
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