LA ADMIRABLE HISTORIA DE LOS ÁRABES


Existe en el sudoeste de Asia, limitada por los mares Rojo y Arábigo y por los golfos de Aden, de Omán y Pérsico, una vasta península que confina al Norte con Irak y Jordania. Es la península Arábiga, que tiene unos tres millones de kilómetros cuadrados y está poblada por quince millones de habitantes.

El terreno es fértil en las costas y en algunos puntos del interior; el centro está formado por una gran meseta rodeada de arenosos desiertos en los que aquí y allá surgen algunos oasis. El clima es templado en las regiones montañosas del Sur y muy cálido en las zonas del norte de la costa occidental.

Tolomeo, astrónomo, matemático y geógrafo egipcio, que vivió en el siglo ii de nuestra Era, la dividió en tres partes: Arabia Pétrea (el actual Héyaz, con la región montuosa del Sinaí); Arabia Desierta (hoy el Neyed y toda la parte central y septentrional) , y Arabia Feliz (Yemen). En la península arábiga vivían los descendientes de Ismael.

Esta península es la patria de los antiguos árabes o escenitas, pueblo que, escapando a las conquistas de Ciro, Alejandro y los romanos, conservó el sistema de vida patriarcal que heredara de sus lejanos antepasados, hijos de Ismael.

Ismael no formaba un Estado homogéneo sino que estaba dividido en tribus, gobernada cada una de ellas por un jefe particular o emir.

Pastores nómadas en el Héyaz, agricultores en el Yemen, salteadores en sus fronteras y soldados mercenarios en el extranjero, los antiguos árabes estaban, por lo común, en guerra entre sí o con sus vecinos, suscitadas siempre por querellas y desavenencias de rústicos pastores sobre sus apacentaderos, abrevaderos, robos o venganzas. Cuando estaban en paz los caballeros árabes, que gozaron siempre la reputación de excelentes arqueros, diestros también en el manejo de la espada y la lanza, vendían sus servicios indistintamente a los reyes de Egipto, Persia o Siria.

Ignoraban el alfabeto y el arte mecánico de escribir. Se preciaban de su ascendencia ismaelita, de su libertad y de su idioma. Por la manera de vivir y por la constante atención al cielo, de día y de noche, conocían el curso de los astros, su orto y ocaso, por lo que no es de extrañar que fuese el antiguo sabeísmo o adoración de los astros, la religión. Así, la tribu Homian adoraba al Sol; Camenah, a la Luna; Jedam, al planeta Júpiter, y Arad, a Mercurio.

En este estado, regidos por tradiciones y costumbres primitivas, permanecieron los antiguos árabes hasta la venida de Mahoma; pero cuando éste predicó su doctrina religiosa, el pueblo respondió al influjo de su palabra; por ello se levantó para extender la nueva creencia por todo el mundo conocido, con un fanatismo que excede a toda ponderación, y llegar, en menos de cien años, a formar un poderoso imperio que abarcó desde Poitiers, en Occidente, hasta la India y el corazón de Asia, en Oriente.

Los árabes, hasta entonces casi bárbaros, se civilizaron al entrar en contacto con los persas y los sirios; apoderóse de ellos el gusto al estudio, el afán de saber, y lograron echar los cimientos de una civilización impregnada de orientalismo, vehículo del pensamiento y de la técnica durante toda una prolongada época histórica.

De la significación de la cultura árabe en los pueblos del Mediterráneo, da una idea el hecho de que el 25 % del léxico español está formado por palabras de origen arábigo, y que en el idioma italiano tienen ese mismo origen un 15 % de los vocablos; además, casi todas las danzas españolas conservan la cadencia y el carácter de las antiguas danzas árabes, y la poesía lírica de Europa oriental tiene una tradición que se remonta hasta los árabes de España y Sicilia.