Godofredo es herido en la pierna por una certera flecha disparada por Clorinda
Los mejores guerreros, excepto Reinaldo, habían vuelto, pues, al campamento cuando Godofredo decidió tomar la ciudad por asalto. Con este propósito mandó disponer grandes arietes para batir en brecha los muros; hizo construir máquinas que arrojaban enormes piedras, y, en particular, una altísima torre de madera montada sobre ruedas, desde la cual hombres armados podían atacar a los defensores por encima de las murallas. Pero Pedro el Ermitaño le recordó que también debían prepararse espiritual-mente las huestes, y por orden de Godofredo todo el ejército cristiano se dirigió en solemne procesión al Monte Olívete, donde se ofreció el Santo Sacrificio y se cantaron himnos sagrados, mientras los paganos proferían desde las murallas de la cuidad horribles blasfemias.
Al amanecer del siguiente día empezó el ataque. Godofredo y otros caballeros se despojaron de sus pesadas armaduras, porque cada uno de ellos quería ser el primero en escalar las fortificaciones. Diversas y terribles máquinas de guerra rodaron contra la ciudad, y pronto empezaron los arietes a abrir brechas en los muros. Argante y el Sultán turco dirigían la defensa de la ciudad, y Clorinda disparaba desde la muralla sus certeras flechas. Una de sus saetas impidió que los asaltantes triunfaran aquel día; en el momento en que Godofredo se disponía a hacer entrar a sus hombres dentro de las murallas, un dardo de Clorinda le atravesó la pierna. El cielo quiso que sanara presto de su herida, pero la noche estaba por caer y tuvo que abandonarse el ataque de la ciudad- Un grupo de obreros trabajaron toda la noche en la reparación de la torre, vigilados por atentos centinelas.
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