Las temperaturas que existen en el Sol superan cualquier capacidad para imaginarlas


La radiación solar es sumamente intensa, como se comprueba cuando sufrimos quemaduras en la piel por no haber tomado las debidas precauciones. Al atravesar la atmósfera, los rayos pierden bastante intensidad, pues las capas de aire no son perfectamente transparentes. En los lugares en que la atmósfera es muy diáfana y en las altas montañas, la radiación solar es muy intensa. Debido a la elevada proporción de: rayos ultravioletas, puede producir lesiones en la vista, las que se evitan con el empleo de anteojos especiales.

Sabemos que a 0°C el agua, líquida, pasa al estado sólido (hielo), y a 100°C, entra en ebullición. Entre los 36°C y 37°C, se halla la temperatura normal de nuestro cuerpo. Pero cuando el ambiente posee esa temperatura, experimentamos cierto malestar, pues nuestra piel halla dificultades para eliminar el exceso de calor.

Los metales funden, según el caso, a temperaturas que oscilan entre 100°C y 1.000°C. Hay que alcanzar a los 1.770°C para fundir el platino. En el llamado horno eléctrico se obtienen por breve tiempo temperaturas de alrededor de los 6.000°C.

Si se prescinde de las altísimas temperaturas que se alcanzan en el estallido de una bomba atómica, esta temperatura de 6.000°C es la más alta que logra el hombre. Y es precisamente esa temperatura la que poseen las capas externas del globo solar.

Podrá preguntarse cómo han averiguado los sabios que el Sol, inaccesible a toda medición directa, posee esa temperatura. Nosotros no entraremos a considerar los complejos procedimientos empleados en esas determinaciones, pero podemos decir que los investigadores se basan en la cantidad total de calor que irradia el Sol, (de la cual una pequeñísima parte alcanza a la Tierra), para calcular la temperatura. Si el Sol tuviese más o menos temperatura, sería mayor o menor la cantidad de calor que llegaría a nuestro planeta. También se basan los sabios en las características que presentan las imágenes que produce el maravilloso instrumento conocido como espectroscopio, que sirve como un termómetro a distancia.

En cuanto a la temperatura del interior del Sol, también es posible calcularla, y como resultado se obtiene el valor casi inconcebible de 20 millones de grados centígrados. Temperaturas de este orden son las que se logran en las explosiones atómicas.

Tan altas son esas temperaturas, que si la Tierra las alcanzara, no sólo se fundiría y volatilizaría, sino que también se alterarían todos los compuestos químicos. El agua que a bajísimas temperaturas se encuentra en estado sólido y que a los 100 °C pasa tumultuosamente al estado de vapor, se disociaría en sus dos elementos, oxígeno e hidrógeno. La arena, así como las demás rocas análogas, se descompondría en silicio y oxígeno. Todas las sustancias químicas se descomponen a las temperaturas a que se halla el Sol; por ese motivo, en este astro, los elementos químicos no pueden unirse entre sí para formar compuestos, y permanecen en forma de gases o vapores incandescentes.