EL DESMORONAMIENTO DE LA CORTEZA TERRESTRE


Según hemos visto en capítulos anteriores, son grandes los esfuerzos realizados por los astrónomos para penetrar en la historia de los cuerpos celestes. Mucho es lo que se sabe de los planetas y de las estrellas, y esos conocimientos nos son de gran utilidad para comprender mejor nuestra Tierra, que es un planeta, y el Sol que nos alumbra, que es la estrella que rige nuestro sistema planetario. A pesar de tantos conocimientos adquiridos, son muchos todavía los que falta adquirir, como lo demuestran las múltiples incógnitas que se presentan a los estudiosos.

Cuanto más avanza una ciencia, tanto más se amplían sus horizontes; de donde resulta que el hombre de ciencia descubre nuevos campos inexplorados que antes no era capaz de sospechar. El astro más cercano que tenemos, que es la Luna, nos demuestra las limitaciones de nuestro conocimiento. Así resulta, tal como lo hemos visto, que a pesar de que podemos observar cómodamente, con minuciosidad, todos los detalles de uno de sus hemisferios, en cambio ignoramos en absoluto qué aspecto presenta el otro, opuesto a la Tierra. Tampoco hay seguridad acerca del origen de los grandes cráteres lunares, a los que durante mucho tiempo se consideró resultado de poderosas actividades volcánicas, y que, ahora se sospecha son consecuencia de un intenso bombardeo meteórico. Es claro que el día en que el hombre pueda visitar nuestro satélite, cono* cera directamente el hemisferio hoy oculto, y podrá estudiar prácticamente la naturaleza de los cráteres, lo cual permitirá reemplazar las teorías por conocimientos comprobados. Es asombroso verificar cómo la Ciencia está relacionada de tal manera, que el descubrimiento hecho en determinada disciplina repercute tarde o temprano en otros campos del saber. Hay gentes demasiado prácticas que se preguntan para qué sirve el estudio de astros lejanos, que no ejercen ninguna influencia sobre nosotros. Pero a esas personas hay que responderles que todo descubrimiento efectuado por la Ciencia, en cualquier campo que sea, es una conquista de la humanidad que beneficia a la vida del hombre, ya brindándole una aplicación inmediata, ya preparando el terreno para desarrollos provechosos en el futuro. Cuando un astrónomo estudia una estrella, es indudable que no realiza un trabajo de aplicación tan inmediata como cuando un ingeniero diseña una nueva máquina; pero hay que comprender que ese ingeniero que hoy, con su trabajo, nos brinda un mecanismo útil, está empleando los conocimientos teóricos que se adquirieron cincuenta o cien años antes y que ahora tienen fines directa e inmediatamente prácticos.