Una experiencia que cualquiera puede efectuar en el piano
Hay un experimento muy interesante que puede realizarse con un buen piano. Por regla general, cuando tocamos en él una nota, no es fácil que ninguna de las otras suene, porque lo impiden los apagadores. Al apretar una tecla se levanta el apagador que corresponde a ella.
Apretemos, pues, sin golpearlas y únicamente con objeto de levantar el apagador para que las cuerdas puedan vibrar libremente, las siguientes notas: el do en la clave de fa, el do de la octava siguiente y luego el mi, el sol, y el si natural de esta misma octava. Una vez hecho esto, toquemos con fuerza el do grave que hay más abajo de la clave de fa, soltando luego la tecla. Si el piano es bueno, percibiremos un acorde suave formado por las cinco notas que no habíamos tocado, pero cuyas teclas correspondientes hemos tenido apretadas. Hay algo, sin embargo, que las hace sonar, y la explicación de este hecho es sumamente interesante.
La primera parte de dicha explicación se refiere a aquella cuerda larga y de sonido grave que hemos tocado con fuerza, la cual no sólo ha vibrado en su conjunto, dando la nota que le corresponde, sino por partes distintas, cuyas longitudes respectivas corresponden a notas de las otras cinco teclas que teníamos apretadas. Al tocar la nota en la forma acostumbrada, esos sonidos concomitantes no son perceptibles más que para los oídos de las personas expertas, pero mediante el referido experimento, los hacemos resaltar, porque apagamos el sonido más intenso de la nota al soltar la tecla que hemos tocado.
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