De qué modo tan admirable se acomoda el cuerpo humano a la presión atmosférica
En la cumbre de las montañas el aire está tan enrarecido, o es tan baja la presión de la atmósfera, que el cuerpo se ve precisado a ponerse en condiciones adecuadas. Es cosa maravillosa que el organismo del hombre pueda acomodarse de esa manera a las variaciones considerables de la presión atmosférica.
Ahora bien, puesto que el tubo de Torricelli nos facilita la manera de medir la presión del aire, tenemos lo que podemos llamar un barómetro, palabra que, en realidad, significa “medidor de la presión”; y por eso decíamos que hay una clase de presión de fluidos que todos hemos tenido ocasión de medir.
La manera que tenemos de leer las indicaciones barométricas contribuye, sin duda, a que no nos hagamos cargo de su verdadero funcionamiento. Nos limitamos a ver si la aguja indicadora señala “buen tiempo” o “variable”, y solemos considerar el barómetro como un instrumento que sirve para anunciar el tiempo que ha de hacer; sin embargo, en realidad, no hace más que medir la presión de la atmósfera en el momento y lugar de que se trata. La aguja está dispuesta de tal modo que indica la altura en centímetros de la columna de mercurio que en aquel sitio y en aquel momento puede ser sostenida por la presión atmosférica.
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