NACIMIENTO DEL ARTE CRISTIANO Y BIZANTINO


El paso de la Edad Antigua a la Edad Media ha suscitado siempre serias controversias en los historiadores de todos los tiempos. El año 395, que aceptan algunos de ellos, reviste carácter puramente simbólico, pues en él se rompió la unidad estatal al dividir Teodosio el Grande el Imperio, antes de morir, entre sus hijos Arcadio y Honorio, menores de edad, que tuvieron en sus manos los destinos de Oriente y Occidente durante la regencia de los generales bárbaros Rufino y Estilicen.

Para otros historiadores dos acontecimientos de proyección universal señalan, en verdad, el principio y el fin tradicional de la Edad Media: la caída del Imperio Romano de Occidente (476), al ser sometido Rómulo Augúslulo por Odoacro, rey de los hérulos, y la caída del Imperio Romano de Oriente (1453), cuando los turcos otomanos invadieron y avasallaron a Constantinopla.

No obstante los trastornos que acarrearon las invasiones bárbaras, no existió un corte absoluto entre ambos períodos históricos; por eso toma cada vez más cuerpo la tesis de Menéndez Pidal y otros historiadores, según la cual el puente entre la Edad Antigua y la Edad Media fue el choque entre Occidente cristianizado y Oriente islamizado, después de la invasión de los árabes a España, en el siglo viii, al enfrentarse dos mundos política, social, cultural y espiritual-mente opuestos: el de la cruz y el de la media luna.

Sea como fuere, la verdad es que la Edad Media, injustamente llamada “noche gótica” por Verlaine, fue un período esencialmente místico cuyos problemas fundamentales estuvieron condicionados por los de la religión.

En arte, más que en cualquier otro dominio, resulta difícil establecer esa línea divisoria, pues las formas del arte grecorromano sobrevivieron mucho tiempo y en ellas se inspiró el arte medieval. El cristianismo, que fue una parte coercitiva entre los distintos elementos que determinaron la Edad Media, había nacido casi simultáneamente con el Imperio Romano y se difundió durante toda la trayectoria de éste, mientras que el arte cristiano se desarrolló con independencia del arte imperial, de raigambre etrusca y helénica; por eso artísticamente el medieval cristiano tuvo sus comienzos en el siglo i con las primeras manifestaciones del arte religioso, pero sólo alcanza mayoría de edad entre los siglos x y xiv.

Las distintas condiciones histórico-temperamentales de las dos mitades en que quedó dividido el imperio de los Césares engendraron dos tipos de arte muy diferentes entre sí, pero con influencias recíprocas: el arte cristiano occidental primitivo o catacumbario, centralizado en Roma y Ravena, y el arte oriental cristiano o bizantino, cuyo centro principal fue Constantinopla; ambos sustituyeron al arte antiguo sin solución de continuidad. Del primero derivó después el arte románico, y de éste, a su vez, el arte gótico u ojival que se desarrolló durante la época medieval. Algunas regiones del viejo imperio sufrieron, también, otra influencia artística: fueron aquellas que se hallaron bajo el área de dominación musulmana, tales como Asia Menor. África del Norte, España y sur de Italia. Por lo demás, obras de los primeros artistas cristianos fueron descubiertas en casi todas las ciudades mediterráneas.