España; la descubridora

La gloria del gobierno de España bajo Carlos V y su hijo Felipe II contó, en el capítulo del arte, con la obra arquitectónica renacentista que ellos propulsaron.

Son sus períodos: el plateresco, iniciado en los comienzos del siglo xvi, muy decorativo, inspirado en la obra de los orfebres de la plata, que imita en delicada labor sobre la piedra de las fachadas.

El grecorromano, que se inicia con la catedral, de Diego de Siloé, y el palacio de Carlos V, de Pedro Machuca, ambos en Granada. Y el herreriano, que debe su nombre a Juan de Herrera, quien durante el gobierno del rey Felipe II prosiguiera, a cincuenta kilómetros al NO de Madrid, el monasterio-palacio de San Lorenzo de El Escorial, proyectado e iniciado por Juan B. de Toledo.

Esta obra monumental, levantada en un lugar entonces despoblado, con piedra granítica de un triste color gris, fue iniciada en 1563 y se le dio término en 1584.

Ejecutada en los órdenes dórico y jónico, cuenta en el centro con la iglesia, en cruz griega; grandes alas cierran sus cuatro frentes, que ostentan nueve torres y limitan múltiples patios y jardines.

La rica obra renacentista española se habría de extender también en tierras de América, desde México, al Norte, hasta Argentina y Chile, al Sur, donde subsisten los más bellos de sus exponentes.