Las catedrales francesas, expresión del gótico puro
A fines del siglo xii se construyeron parte de la de San Dionisio, cerca de París, y las catedrales, algo pesadas, de Laon y de Noyon.
En el siglo xiii se completó la construcción de la actual catedral de Chartres, caso ejemplar, pues tiene las dos torres terminadas y diferentes, muy hermosas vidrieras y esculturas de gran carácter.
La de Reims, en Champagne, de tres naves, iniciada en 1211, y víctima de la primera Guerra Mundial, desarrollada entre 1914 y 1918, en que la cañonearon, fue restaurada posteriormente. Su más ponderable riqueza la constituían las bellas esculturas de sus fachadas.
En la de Amiens, iniciada en 1215, cuya característica esencial es la nave principal, su abundante escultura es digna de destacarse.
La de Bourges, construida sobre una iglesia baja, la cripta, carece de crucero. Pertenece también al siglo xiii, como las dos siguientes: la de Beauvais, de edificación muy accidentada e incompleta, desde el punto de vista de las partes que normalmente integran una catedral, cuyo coro es excepcional, y la de Estrasburgo, con sólo una torre terminada.
También en el mismo siglo florece como ejemplo excepcional Nuestra Señora de París, iniciada en 1163 y levantada en la isla de la Cité, entre dos brazos del río Sena.
Esta catedral, popularizada por una insistente reproducción de sus caracteres más salientes, entre ellos la austeridad de sus formas, y por la novela de Víctor Hugo que lleva su nombre, posee un especial encanto. Sus hermosas y robustas torres de sesenta y ocho metros de altura, la sonoridad de cuyas campanas es inolvidable, y el regular ordenamiento de sus elementos, se destacan en su fachada principal con sus bien esculpidos portales y su translúcido y coloreado rosetón de diez metros de diámetro; también es de gran jerarquía la visión exterior de su ábside. Tiene el templo una altura interior, en el centro, de treinta y cuatro metros; su largo es de ciento veintisiete metros y su ancho de cuarenta y ocho.
Vecina a Nuestra Señora, en la isla mencionada y hoy encerrada en uno de los patios del Palacio de Justicia, se levanta, superpuesta a una cripta, una joya de la arquitectura gótica: la Santa Capilla, erigida por la piedad de San Luis, rey de Francia, y destinada, como un descomunal relicario de piedra y vidrio coloreado, a conservar las reliquias de la Pasión de Jesucristo bajo bóvedas pintadas de azul que ostentan estrellas doradas. Carece prácticamente de paredes, y luce, en su lugar, sucesivos ventanales dotados de riquísimas vidrieras.
Finalmente, en el siglo xv, con que cierra la arquitectura gótica su dilatado predominio, vio Francia erguirse, entre diversas obras, el crucero de la catedral de Beauvais, iniciada en 1180 y terminada en 1555 tal cual se encuentra ahora; el portal de la catedral de Albi y la iglesia parisiense de San Gervasio.
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