Honduras


Si Guatemala es la tierra del quetzal, Honduras es la tierra de los pinos, porque siendo un país montañoso, en sus cumbres abunda la bella conífera, y para que no haya excepción, el pino crece también en las tierras bajas y en las islas adyacentes. El territorio hondureño abarca 120.205 kilómetros cuadrados que pueblan 1.608.000 personas. El mestizaje alcanza el 86 por ciento de la población, lo que muestra que la integración racial va realizándose y se halla ya muy avanzada. En el litoral atlántico, la gente de color es abundante.

Honduras es el país más minero de Centroamérica, aunque sólo se explotan las minas de oro y plata. En los siglos pasados las minas de El Corpus producían las mayores cantidades de oro, y actualmente las de El Rosario son las más ricas y se explotan por los medios técnicos más modernos. Es famoso el tabaco de Copan, que compite con los mejores del mundo; producen tabaco también los departamentos de Ocotepeque y Santa Bárbara. Los bosques proporcionan maderas de cedro, caoba, roble, ciprés y pino, que se extraen en grandes cantidades. Pero la producción más cuantiosa es la del plátano, que pasa de 30 millones de racimos al año. La ganadería es abundante en el Valle de Sula y en los llanos de Olancho.

En el departamento de Santa Bárbara existe una industria autóctona y exclusiva de ese lugar; es la fabricación de finísimos sombreros de junco de tupidísima malla y tan flexibles que, arrollados, se reducen a un minúsculo cucurucho. Esos sombreros son hechos a mano por mujeres de diestros dedos, y la producción anual llega a 50.000 piezas.

Tegucigalpa es la capital desde los días de la independencia. Antes lo fue Comayagua, que ciertamente ofrece condiciones topográficas más adecuadas para el asiento de la ciudad. Tegucigalpa se originó alrededor de los ricos minerales vecinos y sobre riscos, que todavía le dan carácter. Está unida por un puente colonial de mampostería a la ciudad de Comayagüela. En el pequeño parque central se yergue la estatua ecuestre del benemérito general Francisco Morazán. En las proximidades se levantan el Palacio Nacional y otros edificios públicos y privados que alojan tiendas, hoteles y bancos. La Universidad, la Escuela Normal, el Instituto de Varones y otros colegios y escuelas, imparten la enseñanza a la niñez y a la juventud. Entre las escuelas especiales cabe mencionar la de sordomudos y la gran escuela de agricultura de El Zamorano.

Las comunicaciones fueron siempre difíciles en Honduras por lo quebrado y montañoso del territorio. Ahora, excelentes carreteras unen la capital con las ciudades cabeceras departamentales. La navegación aérea interior ha alcanzado mucho desarrollo como una necesidad de salvar las distancias obstruidas por las montañas centroamericanas.

Honduras ha contribuido a la gloria de Centroamérica con los hombres más ilustres de la Independencia. José Cecilio del Valle, a quien el pueblo centroamericano dio tres veces sus votos para presidente de la República Federal y mayoritariamente en dos de ellas. Fue un pensador esclarecido cuyas ideas todavía siguen vigentes. Entre sus hombres ilustres podemos citar, además, a José Trinidad Reyes, llamado Patriarca de la literatura hondureña; al poeta Manuel Vigil; a Pedro Nufio, guatemalteco de nacimiento que mereció ser llamado Benemérito de la instrucción pública; a Francisco Morazán, la figura histórica más grande y el símbolo de la nacionalidad centroamericana; a Ramón Rosa y Alvaro Contreras, oradores; a Juan Ramón Molina, máximo poeta hondureño de la escuela modernista, y a otros muchos más que acreditan la frase: “Honduras, patria del oro y del talento cuna.”