ACÓNITO
EFECTOS FISIOLÓGICOS DE LA ACONITINA
Parece resultar de una observación de Otto y Liegeois, que la absorción de la aconitina por la vía gástrica es más fácil que la de otros alcaloides, la estricnina por ejemplo. En efecto, mientras que la aconitina ingerida por un animal en plena digestión le mata a la dosis de 1 o 2 miligramos, son necesarios dos o cuatro centigramos de estrignina para obtener el mismo efecto. Esto no es debido a una toxicidad considerablemente mayor de la aconitina, en cuanto inyectadas hipodérmicamente una y otra sustancia, bastan algunos miligramos de estricnina para producir la muerte que sobreviene más rápidamente que por la acción de la aconitina. En su consecuencia no administraremos la aconitina inmediatamente después de las comidas.
Una vez absorbida la aconitina, produce idénticos efectos que el acónito. Tal resulta de los experimentos de Otto y Liegeois, comprobados más tarde por Gulden.
En disolución aplicada sobre una región cubierta de piel fina, bien sea en distinción alcohólica, bien en pomada, determina sensación de calor y hasta de quemadura, con comezón y picoteo, más tarde sensación de pesantez, embotamiento de la parte, y anestesia sin ningún cambio de coloración.
Al interior, a dosis de tres miligramos, produce sensación de acritud y ardor en la mucosa bucal con ptialismo y embotamiento; esta sensación se propaga rápidamente a la faringe. No tardan en aparecer los fenómenos generales: debilidad, malestar, pesadez de cabeza, náuseas, vómitos, opresión, debilidad muscular, ligera frecuencia de pulso, sudor de la piel y hormigueo en la cara y en las extremidades. Aumenta después la cefalalgia y la paresia muscular, aparecen dolores lancinantes en el trayecto de los nervios, sobre todo de la cara, que se siente tensa e hinchada; la respiración es difícil, lenta y profunda, el pulso se deprime notablemente; sobrevienen sudores abundantes, hay dilatación pupilar y ambliopía, pero la inteligencia permanece lúcida sin delirio, sin alucinaciones, sin tendencia al sueño.
Trascurridas diez o veinte horas, el pulso recobra su fuerza, la respiración su ritmo, vuelven las fuerzas y se disipan paulatinamente todos los síntomas, persistiendo como huellas de la tormenta pasada el abatimiento, la aspereza faríngea y la pesadez de cabeza.
En cuanto a sus usos terapéuticos, la aconitina llena las mismas indicaciones que el acónito y se usa en los mismos estados morbosos. Dosis: de un décimo de miligramo a 3 miligramos.
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