Cuando la cría de lanares era la primera industria de Inglaterra


La prosperidad de Inglaterra en la Edad Media se cimentó grandemente sobre la lana, ya que la cría de lanares era la primera industria nacional. Los lanares ingleses producían una lana muy fina que se exportaba a Europa continental y allí se tejía en ricas telas, principalmente por los diestros tejedores de Flandes.

Más tarde los tejedores flamencos fueron a Inglaterra y la manufactura lanar creció, alentada y protegida por los reyes, que veían en ella una fuente de ingresos. Por ejemplo, Eduardo III prohibió la exportación de lana de Inglaterra y también la importación de tejidos finos de lana de Flandes, con el propósito de privar a los competidores extranjeros de su materia prima y alentar a las hilanderías inglesas a producir telas mejores y más finas, cosa de la que antes no se habían preocupado.

Con los años la industria textil se hizo muy importante, y las espléndidas iglesias parroquiales de la Anglia del Este, casi tan imponentes como catedrales, son testimonio elocuente de la riqueza y prosperidad de aquella región de Inglaterra que fue sede original de la industria lanar.

La primera reseña que tenemos de la fabricación comercial de paños de lana en Estados Unidos es la de una fábrica de hilados, en Rowley, Massachusetts. Esta fábrica o molino fue construida por “la gente de mister Rowley, los primeros en hacer telas en este Mundo Occidental”. Hacia las postrimerías del siglo xviii la industria fabril de la lana estaba establecida en Estados Unidos de América.

La manufactura de las telas de lana en el Canadá comenzó poco después de la llegada de los primeros colonizadores. El intendente Talón informó en 1671 que los colonos estaban haciendo prácticamente todos los artículos de ropa que se necesitaban. Muchos de los grandes molinos de lana canadienses de hoy son los sucesores de las pequeñas fábricas de carda que funcionaban en aquella época en combinación con un molino harinero o una sierra. En la provincia de Quebec, el primer molino movido por fuerza mecánica fue establecido en la Acadia en 1827.

Los países latinoamericanos comenzaron a producir tejidos de lana pocos años después de la conquista, con la introducción del ganado ovino.

La lana se hila o teje en dos clases distintas de paño; una se llama paño de lana y la otra estambre. La diferencia estriba en la manera de preparar los hilos o hilaza. Cada una tiene sus ventajas. El paño de lana es de textura más unida y más abrigada, en tanto que el estambre es más fino y de más rica apariencia.

Muchas veces se nos pregunta por qué una pieza de lana nos mantiene abrigados, mientras que una de algodón o de hilo no lo hace. Siempre hay mucho aire entre los pelos, o hilitos de lana, en el pelaje de un animal, y mientras más suelta y esponjosa sea la lana, más aire aprisiona. Al calor le es dificultoso atravesar una capa de aire, pues éste es muy mal conductor. De suerte que, ya esté la lana con su capa de aire retenida, en el lomo de un animal, o cubriendo nuestras espaldas en forma de vestidos, mantendrá el cuerpo caliente y abrigado.

De hecho, una ropa de lana nos puede mantener frescos en el verano, algunas veces, y también mantenernos abrigados en el invierno, pues así como evita que el calor del cuerpo se escape, también evita que el calor del sol y del aire penetre hasta nuestro cuerpo. Ésta es la razón por la cual muchos vendedores de hielo envían éste a través de las calles envuelto en una espesa frazada.

No es bastante, sin embargo, que un material evite que el calor lo atraviese -el caucho lo hace también, si vamos a ver- sino que, además, debe ser poroso, de suerte que el aire exterior y el interior puedan mezclarse hasta cierto grado. De esta manera la transpiración que producimos cuando nos entregamos a alguna actividad física, se evapora lentamente.

En los climas variables es importante que usemos lana sobre nuestros cuerpos para resguardarnos de los enfriamientos repentinos, que son tan perjudiciales a la salud.


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