De cómo llegó el café a la región de la Arabia Feliz
Nuestro amigo el pastor no era un hombre egoísta, y transmitió a sus compañeros lo que había descubierto. Al poco tiempo todos los habitantes de la región de Caifa comenzaron a interesarse por los rojos frutos del cafeto. Pero su uso quedó limitado durante muchos años a aquellos lugares, porque sus habitantes, aislados por las montañas y por su naturaleza poco comunicativa, casi ningún contacto tenían con las otras poblaciones.
Un día, no muchos años más tarde, un jeque árabe al frente de sus guerreros recorrió la región de Caifa. Venía del Yemen o Arabia Feliz y se llamaba Gemaledin Abou Muhammad Bensaid. Fatigado por las largas jornadas y las altas temperaturas, vio con alegría que uno de sus lugartenientes le ofrecía una pasta oscura, aconsejada en seguida, por un viejo pastor de cabras como remedio ideal para curar las fatigas del cuerpo y del espíritu. Gemaledin la probó, y experimentó una agradable sorpresa al notar la extraordinaria reacción que se operaba en su agotado organismo. Mandó llamar al pastor y se hizo enseñar el secreto de aquel remedio; luego lo premió con esplendidez.
Al volver a su patria el jeque llevaba consigo las semillas de la planta maravillosa que desde Arabia se habría de difundir un día por el mundo civilizado. Los europeos creyeron que era oriunda de ese país, tanto que Linneo, al hacer la clasificación de los vegetales, le dio el nombre de Coffea arábica, en vez del de Coffea ethiopica, como correspondía.
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