El invento del papel y su influencia cultural
Elemento imprescindible de todo libro, periódico o revista, es el papel. Gran parte del papel que se consume en el mundo se fabrica con trapos, pero la materia prima más importante para la industria papelera es la celulosa que proviene de la madera.
Los egipcios utilizaban una especie de papel llamado papiro, elaborado con las fibras de un vegetal muy abundante a orillas del río Nilo. En la ciudad de Pérgamo, en el Asia Menor, se fabricaron con piel de oveja limpia, raída y estirada, hojas aptas para escribir en su superficie y se las llamó pergaminos. Pero tanto el papiro como el pergamino resultaban demasiado caros, por lo cual se los utilizaba varias veces; para ello se raspaba la escritura anterior y se volvía a escribir sobre ellos, lo cual originó que a los libros escritos en esta forma se los llamara palimpsestos, vocablo griego que significa “papel raspado”. En excavaciones y tumbas se han encontrado papiros y pergaminos. Una de las invenciones más notables del mundo fue, precisamente, la del papel, que solucionó uno de los grandes problemas que surgían frente al mundo del pensamiento. No se sabe con certeza cuándo se inventó: los primeros que lo utilizaron fueron los chinos, que lo fabricaban con la corteza de la morera. En el siglo ix pasó a Europa y, poco a poco, la industria del papel se fue extendiendo por el mundo civilizado; a mediados del siglo xix la técnica se perfeccionó en forma notable y se lo comenzó a fabricar con pulpa de madera, circunstancia que convirtió a Canadá, en América, y a los países nórdicos, en Europa, en grandes productores de papel de excelente calidad, gracias a los enormes bosques de coníferas y otros árboles productores de celulosa que hay en sus territorios.
Así, gracias a dos de los inventos más grandes de la Historia, el papel y la imprenta, a la que dedicamos otro capítulo, perfeccionada a fines de la Edad Media, ha sido posible llegar a tener esa maravilla que es hoy día un libro: liviano, fácil de leer y cómodo de llevar, y que es el más eficaz vehículo de cultura.
Uno de los procesos más complica dos y laboriosos que ha presenciado e¡ mundo, es el que parte de los libros primitivos hasta llegar a los que usamos actualmente. Nada puede enseñarnos mejor que esto el inmenso trabajo que ha realizado la humanidad, y el modo en que ha descubierto y aprovechado paulatinamente los secretos de la Naturaleza. En nuestra época todo lo que se piensa y tiene alguna importancia, queda conservado en libros. De la misma manera se pinta, dibuja o fotografía todo lo que es interesante o bello. La barbarie y la ignorancia no han podido impedir que se impriman libros. Reyes hubo que trataron de prohibirlos, tiranos y dictadores que los quemaron en grandes cantidades, y aún se llegó a torturar y ejecutar a los escritores. Pero la facultad de escribir no pudo destruirse ni detenerse el avance de la letra impresa, que parecería poseer cierta mágica vitalidad que ha asegurado la supervivencia de las grandes conquistas del pensamiento humano. Los gobernantes pasan, los monumentos que se levantan caen hechos polvo, los imperios se derrumban... Pero la fuerza del pensamiento escrito es imperecedera: hay libros que vivirán eternamente, que son, como dijo el gran poeta latino Horacio, “más duraderos que el bronce”.
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