Los chibchas, los tupi-guaraníes y los araucanos


Aparte de los quechuas, habitantes del Perú, Bolivia y parte de Chile y Argentina, hubo en América del Sur otras tribus o pueblos que tuvieron mitos y religiones originales;  entre ellos los chibchas, los araucanos y los tupi-guaraníes.

Los chibchas tenían colegios sacerdotales, templos, ritos solemnes y leyendas, y ofrecían a los dioses sacrificios, a veces humanos. Creían que las almas de los muertos Sufrían castigos o recibían premios en otras regiones; veneraban a los muertos y eran misericordiosos con los enfermos.

Bochica, Zuhé o Nemquetheba, fundador y conductor de los cbabchas, era su genio del bien, al que la tradición representaba como un hambre blanco de luenga barba, que llegó del Este para educar, instruir y conducir al pueblo. Huythaca, Chía o Yubecayguagua, mujer joven y hermosa, era el espíritu del mal, que se oponía a Bochica. De la lucha que inevitablemente surgió entre ambos, salió vencedor el dios bueno, quien transformó a Chía en la Luna y después la dio como esposa al Sol.

Los araucanos creían en la inmortalidad del alma y en la intervención, en los asuntos de los hombres, de los espíritus diabólicos. Admitían un ser supremo: Meulén (el Sol), cuya esposa era Antumalguen. El genio del mal tomaba, entre ellos, diversos nombres y diferentes formas; así era, sucesivamente, Bulan, forjador del rayo; Huecubú, sembrador de las enfermedades y la muerte; Epüamún, genio de la guerra, e Ivunche, dueño y señor del porvenir.

Los tupi-guaraníes descendían de Tupaicua, y creían en el alma, en un dios del bien y en la existencia de una vida futura.

Tupa o Tupan, dios supremo, espíritu del trueno, protegía la agricultura; a él se oponía Aña o Añang, genio del mal. Marakas llamaban a los genios protectores del hogar; Makunaíma es el creador de las cosas, gran mago y transformador; Manapé y Shige son hermanos de Makunaíma y tienen, en menor grado, sus virtudes; Piaima, ser gigantesco y maléfico, se opone a los anteriores, pero termina por ser vencido.

Los tupi-guaraníes, pueblos de espíritu poético que asimilaron el simbolismo de la religión cristiana, tienen numerosísimas leyendas y tradiciones acerca del origen de las cosas, que en nada desmerecen las metamorfosis de la mitología grecorromana. En algunas de estas leyendas se mezclan los elementos cristianos con los de sus primitivas creencias, sin que por ello pierdan su gran belleza.