Nuestras voces las oirán los hombres del futuro


Tenemos los discursos de dos grandes oradores del pasado, de Demóstenes y de Cicerón, pero sólo podemos admirar la construcción de esas piezas oratorias, su armonía lógica y gramatical, pero carecemos de la fuente sonora que reanime el acento de sus palabras. No ocurrirá lo mismo con la palabra de los grandes hombres de hoy, pues no solamente se graban la música y las canciones, sino, también, los discursos de los hombres de Estado, los sabios y los artistas. El hombre del futuro podrá escuchar a Roosevelt, a Einstein, a cualquier personaje, y así no tendrá sólo sus obras escritas, como nosotros las de nuestros antepasados, sino que conocerá su figura, por fotografías, y, además, por su voz, gracias al fonógrafo.