EL NOMBRE DE AMERICA, PRESAGIO DE SU DESTINO - Gutierre Tibón
América, un nuevo mundo, hallado milagrosamente sobre nuestro viejo planeta. América, el Continente de la Esperanza. América, el prodigioso receptáculo de la cultura occidental. América, el misterio de “la otra cara de la Luna” en la Tierra, revelado por dos grandes italianos del Renacimiento: Cristóbal Colón y Américo Vespucio.
¡América! ¡América! Al conjuro de este nombre: América, vemos florecer, en un sorprendente paisaje de rascacielos, de volcanes nevados, de ríos tropicales gigantescos, de pampas sin fin, la suprema aspiración humana: la libertad.
¡América! ¡América!
Crisol de razas, de culturas y de almas, en un próvido clima de fraternidad humana.
Y de este crisol surge el hombre nuevo: el hombre americano.
El destino de un hemisferio, ligado indisolublemente a una palabra: América, que repiten hoy dos mil millones de nombres, y que repetirán mañana mil generaciones.
Este nombre se aplica al Nuevo Mundo desde hace poco más de cuatro siglos, pero parece que había de ser el suyo como por decreto emanado desde el principio de los tiempos.
“América” se puede interpretar como “La tierra de los hombres industriosos y potentes”: significado etimológico que parece una anticipación de su destino.
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