La angélica silvestre, el arándano palustre y las asclepias
Otra planta perteneciente también a la familia de las umbelíferas, y que se halla tanto cerca de los pantanos como en los lugares húmedos de los bosques, es la angélica silvestre.
Llega a tener hasta dos metros de altura, y su grueso y nudoso tronco es a menudo de color purpúreo. Sus hojas, que son compuestas, miden con frecuencia cincuenta o sesenta centímetros de longitud, y poseen hojuelas de bordes aserrados, como las de muchas plantas del mismo grupo. Las umbelas, de flores blanco-verdosas, son de gran tamaño, y aparecen al comenzar el estío. La raíz se emplea en medicina.
Las hojas de arándano palustre conservan su verdor durante todo el año. Los tallos son rastreros, y arraigan en el lodo de las lagunas y sitios cenagosos. Sus flores son de color rosado, y tienen la corola partida en cuatro divisiones. Produce bayas de un tono rojo oscuro, muy ácidas.
Existe cierto número de plantas llamadas asclepias, de las cuales, si se magullan las hojas o los tallos, fluye cierto jugo blanco como la leche, muy pegajoso, el que se llama látex. Las pequeñas y curiosas flores, están reunidas en forma de umbela o quitasol. Algunas de esas umbelas se inclinan hacia el suelo, como grandes borlas pendientes; otras, en cambio, se conservan derechas y erguidas. Las umbelas de la asclepia encarnada, que crece junto a los pantanos, son de esta última forma, con flores de un hermoso color rosado o purpúreo, las que exhalan exquisito aroma, semejante al de la vainilla.
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