La tuatara nos recuerda el tiempo en que ciertos animales tenían tres ojos


El carácter más notable del hatería o tuatara es la reminiscencia de un tercer ojo que se observa en la mitad de su cabeza. El animal no puede ver con ese ojo rudimentario que está cubierto por la piel, y al efecto se vale de los dos que ocupan los lados de la cabeza. Pero no hay duda de que en las pasadas edades usó aquel tercer ojo para mirar sin necesidad de volver la cabeza.

Se han observado indicios de ese ojo en todos los animales provistos de espina dorsal saliente, pero no llegó a comprenderse nunca su verdadera naturaleza, si bien no ha faltado algún naturalista que creyera ver en dicho lugar el asiento del principio vital. Pero la tuatara viene a descorrer el velo del misterio. En los pasados tiempos algunos animales tenían tres ojos; y el que ahora se nos presenta como una mera reminiscencia era un verdadero órgano de la visión. En la tuatara se aprecia mucho mejor que en los demás seres de la Naturaleza; pero, como decimos, no presta utilidad alguna por estar cubierto de una escama córnea.

Dicho animal vivía prolíficamente en Nueva Zelanda, antes de la llegada del hombre; pero los maoríes mataron cuantos hallaron y las piaras de cerdos completaron la destrucción, de suerte que hoy sólo se lo encuentra en algunas isletas cercanas a Nueva Zelanda, donde no habita el hombre. Vive todo el día en su madriguera, y por la noche sale a tomar alimento. Convendría poner algún empeño en preservarlo de la destrucción, porque es en realidad un fósil viviente, un eslabón en la cadena de la vida animal de hace millones de años.