La caza de jirafas, cebras y gacelas no ofrece grandes peligros
Cuando los cazadores van en busca de jirafas, ciervos, u otros animales poco peligrosos, aproxímanse sigilosamente y con grandes precauciones a un rebaño, y, en un momento dado, lánzanse de improviso, al galope de sus caballos, en su persecución. Las jirafas, cebras, gacelas y antílopes huyen en confuso tropel. Entre ellos hay muchos individuos jóvenes, que son los que los cazadores cogen, puesto que los adultos suelen morir casi todos cuando se los cautiva. Muchos son los animales que mueren al perder su libertad, a consecuencia de la pesadumbre y el pavor que sufren. Los animales jóvenes son, en cambio, como niños: aunque se ponen tristes en los primeros momentos, no tardan en olvidar la amargura de su situación. Se los reúne con vacas o cabras, que les sirven de madres, y las cuales, tras algunas protestas, acaban por amamantarlos, comunicándoles de esta suerte el vigor que necesitan para el largo camino que tienen que recorrer, noche tras noche, en cuanto el sol se oculta, hasta llegar a algún puerto de mar.
Se han capturado ejemplares de casi todas las especies de monos, sin exceptuar gorilas jóvenes, gibones y chimpancés; sin embargo, ningún cazador ha logrado coger vivo un gorila adulto, ni lo conseguirá jamás, probablemente, porque su fiereza es indomable y terrible su vigor. Si alguna vez se lograse, sin duda el animal se dejaría morir de inanición. Durante muchos años, ni siquiera se lograba que los gorilas capturados jóvenes vivieran mucho tiempo en cautividad; pero hoy se ha adelantado mucho en el arte de cuidarlos, y algunos llegan a hacerse grandes.
La caza de los monos no ofrece dificultad. Hay numerosas maneras de cogerlos, pues son sumamente ladrones, y van por la comida a dondequiera que la vean. El mono es un animal sagrado en la India, porque, según una antigua tradición, un dios mono ayudó a ejecutar una gran obra para los habitantes del país. Por eso, intuyendo los monos de que nadie ha de causarles daño, se envalentonan y se hacen insoportables. Traban unos con otros encarnizadas batallas en los huertos de los indígenas, destrozando las cosechas de esta pobre gente.
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