De qué modo un chimpancé defendió a su pequeñuelo
Cuando el chimpancé se halla en estado salvaje, le gusta encaramarse a los árboles, más aun que al gorila, pero también se le ve con frecuencia andando por el suelo. No es, como el gorila, un animal solitario, pues es común tropezarse con gran número de chimpancés reunidos en manada. Demuestran tener un cariño entrañable a sus pequeñuelos. Una chimpancé se hallaba una vez con su hijuelo observando a un cazador ignoraba lo que era un fusil, pero al notar que aquel hombre se lo echaba a la cara y apuntaba en la dirección en que ella estaba, comprendió que su intento no era otro que ocasionarle algún daño. El pobre animal cubrió, pues, a su hijo, lo mejor que pudo, con un brazo, mientras con el otro hacía señas al cazador para que se alejara, del mismo modo que pudiera haberlo hecho una mujer al ver a su hijito en peligro.
Otro chimpancé, después de haber sido herido en un costado, se llevó a él una mano, y, viendo que brotaba la sangre por entre sus dedos, la mostró al cazador, con expresión lastimera, como diciéndole: “Mira lo que has hecho, hombre cruel”. Éste se sintió tan conmovido como si hubiera cometido un crimen, y nunca más volvió a cazar esta especie de animales.
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