También para los perros el amor es más fuerte que la muerte
El poeta Wordsworth ha inmortalizado a tres perros que ganaron su afecto. Habiendo oído un pastor los ladridos lastimeros de uno de ellos en lo alto de las montañas, acudió y fue conducido por el animal junto a los restos de su amo. Hacía tres meses que ambos habían pasado por aquel camino; el viajero había resbalado y había caído, causándose una herida mortal, y desde entonces el perro no se había separado del cadáver.
Este último hecho ocurrió hace más de un siglo. Pero hoy, como siempre, el perro sigue siendo la misma criatura leal y amante que fue a partir de la época en que sus hirsutos y fieros antepasados celebraron un pacto mudo con el hombre primitivo.
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