Una serpiente que con sus nuevos colmillos mató a su guardián


Cuando el reptil ha quedado indefenso, el indígena le quema con un hierro candente las glándulas que producen el veneno. Este cauterio las suprime definitivamente, y, por tanto, impide la secreción del veneno. Aunque los colmillos reaparezcan y la, serpiente muerda con ellos, no son ya peligrosos. He aquí la explicación del llamado encantamiento de las serpientes, muy frecuente también en Egipto.

Por supuesto, los indios fingen siempre que sus serpientes son. fatalmente ponzoñosas. No hay juglares más hábiles para hacer mil trampas sin que los espectadores lo adviertan; sin embargo, algunas veces no han sabido suprimir del todo el terrible veneno, y han pagado con la vida todas sus artimañas. Así ocurrió en cierta colección zoológica. Figuraban en ella algunas serpientes traídas por un hombre que aseguraba haberlas adiestrado! y dominado sus instintos; pero más [tarde se reprodujeron los colmillos, y no habiendo sido perfectamente cauterizadas las glándulas, la mordedura de uno de los reptiles mató! a un guardián.

Entre las serpientes de tamaño pequeño se cuentan las serpientes coral. Viven en Asia, África, América y Australia. Aunque suelen evitar las viviendas humanas, son capaces de atacaí1 al hombre, causando grave daño, o ¡la muerte, con su mordedura.

La4 serpientes coralinas son hermosísimas; sus colores brillan maravillosamente. Habitan en las grandes selvas; y el viajero que se interna en los bosques tropicales de Sudamérica, con Sorpresa y encanto ve brillar entre el tupido follaje verde que cubre el suelo, los anillos rojos y negros bordeados de amarillo de la coral. Tan bella es, que se experimenta vivo deseo! de agarrarla; sólo que la incertidumbre del peligro posible detiene al ánimo más audaz. Por ser demasiado pesadas, no pueden trepar a los árboles. Se alimentan ordinariamente de animales pequeños.