El kivi, el dodo y la gran alca, curiosas aves
Entre las aves contemporáneas, la que mejor idea puede darnos del gran moa es el kivi. Este curioso animal carece de cola y de alas, pero sus patas son poderosas por el grosor y por las fuertes uñas que tiene en tres de sus cuatro dedos.
El kivi no pasa nunca de la talla de una gallina corpulenta; su pico es largo, ligeramente encorvado, y presenta los orificios, no junto a su base como en las demás aves, sino cerca de su extremo. Esta particularidad le permite olfatear lo que come. Vive de gusanos, larvas, insectos y granos; y, aunque sólo sale en la oscuridad del agujero excavado en el suelo que le sirve de vivienda, es fácil conocer su presencia por el ruido que hace buscando la comida. El huevo del kivi es enorme; es el más grande que se conoce en relación a su tamaño.
El dodo y la gran alca eran aves no voladoras, que desaparecieron en época relativamente reciente. Los dodos vivían por millares en la isla Mauricio cuando los holandeses se establecieron allí alrededor del año 1600. Era un ave del tamaño de un pavo, pero no podía huir de sus enemigos por ser sus alas pequeñas y débiles. Siendo su carne comestible, se les cazó activamente; el personal de la colonia persiguió a los individuos adultos, mientras los perros y los cerdos acababan con los polluelos y con los huevos. Hoy, la piel y el plumaje del dodo, valdrían una fortuna. Queda solamente en el Museo Británico, una pata y el pico de un dodo. Análogo valor tendría un ejemplar íntegro del pingüino gigante o gran alca, que perdió la facultad de volar y desarrolló sus alas a modo de remos o paletas aptas para la natación. Abundó mucho en los países septentrionales, pero está extinguido por completo hace alrededor de un siglo.
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