En busca del perezoso gigante de la patagonia
El cuerpo de esta curiosa bestia era tan grande como el del elefante, y cuando se sentaba sobre sus fuertes patas traseras, para doblar las ramas altas de un árbol y comer, medía más de cuatro metros de altura. Era el rey de la fauna sudamericana en la época en que el mastodonte y el mamut imperaban en América del Norte. Nadie sabe porqué se extinguió. Algunos lo han explicado por el enorme número de guanacos que existían entonces en Sudamérica, los cuales, a fuerza de devorar los renuevos de los árboles, acabaron por destruir todos los bosques en que habitaba el perezoso. Las cabras aniquilaron los árboles de las montañas de Grecia y de las llanuras cercanas al Mediterráneo, convirtiéndolas en eriales. Lo mismo pudieron hacer los guanacos en las regiones sudamericanas en que vivía el perezoso. Sin embargo, no se explicaría de igual modo la desaparición del caballo. En otro tiempo hubo en el Nuevo Mundo un número muy considerable de animales parecidos a los caballos actuales. Pero cuando desembarcó allí el primer hombre blanco, el noble bruto era desconocido. Se trata de uno de tantos misterios que por ahora no podemos desentrañar con seguridad, a pesar de las distintas teorías que existen.
Como quiera que sea, los naturalistas enviaron una expedición, creyendo que el perezoso gigante existiría aún en algunas partes remotas de Sudamérica. No tuvo buen éxito esta tentativa; pero ahora sabemos que estos grandes monstruos fueron cazados por los primitivos habitantes de aquellas regiones, y se han encontrado indicios que permiten suponer que los acorralaban dentro de las cavernas, indudablemente para ir matándolos, a medida que necesitaban hacer uso de su carne.
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