El insecto dañino que debilita los árboles frutales


Los insectos dañinos para las plantas pueden dividirse, según el modo como se alimentan, en masticadores y chupadores. Los primeros agujerean las plantas o roen las hojas; entre éstos se cuentan las langostas, diversas orugas y otros insectos que hemos conocido en éste o en anteriores capítulos. Los chupadores, introduciendo sus aparatos bucales, extraen jugos del interior de la planta, la cual, empobrecida en savia, se debilita, toma color amarillento y muere lentamente consumida. Entre éstos se encuentran las cochinillas, de las cuales una de las más peligrosas es el diaspis que infesta los frutales.

Los árboles infestados por el Diaspis parecen como pintados con cal, tienen su follaje amarillento y mustio, y sus frutos, si los dan, son raquíticos. Observando detenidamente, vemos que sobre la planta hay, uno al lado del otro, pequeños discos blanquecinos con un punto amarillo excéntricamente colocado, y también minúsculos estuches alargados y blanquísimos: son los habitáculos que las larvas se fabrican con sustancias segregadas por su cuerpo, cuando, días después de su nacimiento del huevo, han elegido en la planta el lugar conveniente para fijarse, nutrirse y desarrollarse. Debajo de los escudos, en especies de conchas con dos valvas, durante los estados de larva, ninfa y adulto, es decir, durante casi toda su existencia, viven las hembras, que mueren después de fecundadas y de haber puesto sus huevos, sin haberse movido de allí adentro: las hembras adultas carecen de aparatos de locomoción. En el interior de los estuches alargados pasan el período ninfal los machos, que, al término de su desarrollo, provistos de antenas, patas y alas, los abandonan para ir volando a fecundar a las hembras sésiles.

Cuatro generaciones se suceden de primavera a otoño; y sabiendo esto, se comprende fácilmente que pocos son los árboles que resisten más de un año a la enfermedad.

El Diaspis no existía en Sudamérica hasta hace muy pocos años. Introducido en árboles frutales enfermos importados de Europa, favorecida su propagación en el interior del país por el transporte de plantas y órganos vegetales enfermos, la plaga ha ido cundiendo en Argentina, hasta el extremo de que el gobierno, en vista de los graves perjuicios que ocasiona, ha debido organizar una enérgica campaña en su contra.

Para combatir el Diaspis se emplean sustancias químicas y procedimientos mecánicos, y sobre todo se recurre al auxilio precioso de una pequeña avispa, descubierta por el sabio italiano Berlese, en el Milanesado, en Italia: la Prospaltella, que deposita sus huevos en el interior del cuerpo del Diaspis para que, a sus expensas, se críen y desarrollen. Como en el artículo Algunos insectos beneficiosos al hombre estudiamos este método biológico, que consiste en emplear un insecto contra otro que nos es perjudicial, no nos extenderemos aquí más respecto de la Prospaltella.