También entre los herbívoros hay animales feroces
Los herbívoros también pueden dar pruebas de tanta ferocidad como los carnívoros. No hay bestia en el mundo más feroz que un rinoceronte encolerizado. Según parece, de cuando en cuando se pone furioso. Al ver a un hombre, casi siempre se enfurece; y si éste lo hiere, la fiera arremete contra él con tanta velocidad, que ni montado en un buen caballo le será fácil al cazador ponerse en salvo. Si el rinoceronte logra alcanzarlo, lo matará, después de derribarlo al suelo, a cornadas y pisotones. Aunque no se lo provoque, suele tener el rinoceronte verdaderos transportes de rabia; deja repentinamente de comer y se arroja sobre un árbol o arbusto, traspasándolo repetidas veces con su cuerno, hasta destrozarlo. Si en el árbol se hubiera refugiado un hombre, el rinoceronte procuraría derribar a aquel para llegar al último. Sus medios de destrucción consisten en el cuerno o cuernos que le salen de encima del hocico. Estos cuernos no son de hueso, como los de otros animales, sino que se componen de pelos o fibras fuertemente comprimidos y que crecen formando una masa que le sirve al rinoceronte como si fuera hueso o materia córnea, y aun resulta más fuerte todavía. Es maravillosa la manera con que están sujetos, pues no crecen en los huesos del cráneo del animal, como los cuernos de otros animales, sino que salen de la piel pues son formaciones de ésta, siendo fácil despegarlos de ella con un cuchillo afilado.
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