¿Por qué nos falta el aliento cuando corremos mucho?
Sabemos que el corazón nunca se cansa, si lo cuidamos bien. Pero si corremos mucho, o nadamos demasiado, o ejecutamos cualquier ejercicio análogo, imponemos a nuestro corazón un trabajo excesivo. Mientras gozamos de salud, una de las facultades más notables que posee nuestro corazón es la reserva de fuerzas de que puede disponer en un momento dado. Cuando nos quedamos sin aliento es que hemos ya recurrido a esta reserva de fuerzas, y ello nos alerta.
Cuando corremos, gastamos buena cantidad de aire, de igual modo que se da origen a su consumo en gran cantidad en el horno de una locomotora, al hacer marchar el tren a mucha velocidad. Preciso es, por tanto, que la sangre circule con rapidez por los pulmones, donde se provee del oxígeno del aire que aspiramos. El corazón, pues, tiene que latir más de prisa, y así lo hace hasta alcanzar cierto límite, por encima del cual sobrevienen la falta de aliento y la fatiga.
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