¿Por qué nuestro calendario se denomina gregoriano?


Nuestro sistema de medir el tiempo no es tan antiguo como algunos creen. Tuvo su origen en el año 45 a. de J. C, cuando Julio César, con la asesoría del astrónomo egipcio Sosígenes, reformó el calendario romano y dispuso que el año normal tuviera 365 días y el bisiesto uno más cada cuatro años, es decir, 366. El reformador dividió el año en 12 meses, asignó a la mitad de ellos 31 días y a la otra mitad 30, con excepción de febrero, que en los años ordinarios tendría 29; y dio su nombre, Julio, al mes llamado Quintilis. El emperador Augusto, sucesor de César, dio su nombre, Agosto, al mes llamado Sextiíis, y para que no quedara con menos días que julio le aumentó uno, que quitó a febrero, que así vino a quedar con 28. El calendario de Julio César recibió el nombre de juliano.

Como el año tiene exactamente 365 días, 5 horas, 48 minutos y 46 segundos, se originó un error anual de 11 minutos y 14 segundos, por lo que al cabo de algún tiempo el calendario estaba atrasado en varios días con respecto a los cómputos astronómicos.

Para corregir tal irregularidad, en octubre de 1582, el papa Gregorio XIII anuló diez días, y decretó que el siguiente al 4 de dicho mes fuera el 15. Dispuso, además, que de los años seculares sólo serían bisiestos los divisibles por 400: así fue bisiesto el 1600, pero no el 1700, el 1800 ni el 1900, pero lo será el 2000. Éste es el calendario gregoriano por el cual se rige casi todo el mundo.

Nuestro calendario representa la Era Cristiana, pues cuenta los años a partir del nacimiento de Cristo, mientras que el juliano los contaba a partir de la reforma de Julio César. Diversos pueblos han partido de otras fechas para establecer sus cronologías. Así el año 2000 de la Era cristiana corresponderá al año 5760 de la era judaica; al 2778 de las olimpiadas griegas; al 2753 de la fundación de Roma; al 2752 de la era de Nabucodonosor; al 2659 de la era japonesa; al 2045 del calendario juliano, y al 1420 de la Héjira o era de los musulmanes.