¿Por qué están provistas las fábricas de elevadas chimeneas?


Todos sabemos que el objeto de las chimeneas es conducir a la atmósfera el humo de los hornos. Es posible que, si las chimeneas son altas, el tiro sea más perfecto; pero esto no es lo importante. Lo importante es que al quemar el carbón, se desperdicia gran cantidad de éste, que sale por la chimenea sin haber ardido en el horno. Ya en el aire, perjudica a todos los seres y cosas: al hombre, a los animales, a las plantas, a las pinturas, a las casas, etcétera. Pero cuanto mayor sea la elevación a que lo dejamos en libertad en la atmósfera, mayores probabilidades existen de que sea llevado a distancia y esparcido por el viento antes que caiga. Evidentemente, no sería saludable el tener la descarga de la chimenea de una fábrica al lado de la ventana de la habitación donde durmiese una persona.

Pero aunque se lograse quemar todo el carbón en los hornos, no por eso dejarían de ser necesarias, por feas que resulten, las chimeneas elevadas para llevar a la atmósfera los productos gaseosos de la combustión. Por muy perfecta que ésta sea, jamás dejará de producirse anhídrido carbónico, ya que el principal componente de todo combustible es el carbono, y aquel gas no es otra cosa que carbono quemado. El anhídrido carbónico que producimos también nosotros, al quemarse nuestra sangre en los pulmones, constituye un veneno para el hombre, cuando abunda demasiado en el aire, y por eso debemos procurar evacuarlo a las regiones más elevadas de la atmósfera, a fin de alejarlo de nuestros pulmones.