Si en la luna no hay aire ¿qué se ha hecho de su atmósfera?


En el enunciado de esta pregunta se empieza por afirmar, como un hecho indubitable, la existencia de una atmósfera en la Luna en tiempos ya remotos; pero, en realidad, no hay motivo alguno para darlo por sentado. Debemos averiguar, ante todo, si existió alguna vez tal atmósfera, y después será ocasión de tratar de descubrir qué fue de ella. Los astrónomos creen que, en épocas remotas, tuvo la Luna una atmósfera o envoltura gaseosa, como la posee actualmente nuestro planeta.

Por atmósfera se entiende una envoltura gaseosa, y el estudio de la formación de los cuerpos celestes nos enseña que primitivamente todos se hallaban dotados de ella. Marte, para citar un ejemplo, está dotado de atmósfera. Pero los astrónomos llegarían a dudar de que la Luna la hubie se tenido, si no supiesen cómo explicar lo que ha sido de ella. Afortunadamente no es así. Cuando estudiamos los movimientos de las moléculas de los gases, descubrimos que abandonarían los cuerpos celestes si las dimensiones de éstos no fueran lo bastante grandes para que su gravitación las retuviese. La gravitación de la Tierra impide que el aire se escape. Marte, por ser más pequeño, no puede retener adosada a su superficie una atmósfera tan densa como la de la Tierra; y la pequeñez de la Luna impide que este satélite retenga atmósfera alguna. Todas las moléculas de gas que en ella existieron un día, se escaparon al espacio, sin que se sepa a punto fijo adonde fueron a parar.