¿Por qué se nos ponen amoratadas las manos con el frío?
Hasta en las personas que gozan de buena salud se observa que el color varía bastante. Un mismo individuo puede tener a veces la cara enrojecida y las manos amoratadas, de manera que podríamos dar mayor amplitud a esta pregunta haciéndola de este modo: ¿Por qué cambia una misma persona de color de acuerdo a las circunstancias?
El color de la piel, en un momento dado, depende de la clase y cantidad de sangre que por ella circule en ese instante. La sangre es la fuente principal del color o de la palidez, según los casos, que presentan las personas. Cuando aquélla escasea, los labios y la cara adquieren un color blanco o pálido, o anémico, como suele decirse, lo que significa falto de sangre. Cuando acude a la piel gran cantidad de brillante sangre roja, como cuando una persona realiza algún ejercicio violento, adquiere aquélla este mismo color debido a la dilatación de las pequeñas arterias; por el contrario, cuando la piel se halla sometida a un frío demasiado intenso se contraen dichas arterias, y entonces la sangre roja no puede circular, en tanto que las venas se dilatan y afluye a ellas mayor cantidad de sangre impura, de color violáceo oscuro. Además, como las venas de las manos y demás miembros se hallan más próximas a la superficie que las arterias, se ven más fácilmente y prestan un tinte azulado a la piel cuando éstas se enfrían. Si nos frotamos las manos con vigor, o ejecutamos algún ejercicio que estimule la circulación de la sangre, desaparece el amoratamiento, porque aquélla se distribuye otra vez normalmente por todo el cuerpo.
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