¿Por qué al despertar nos parece que no hace más de un minuto que hemos cerrado los ojos?
Esto ocurre a veces, y la razón es que todas nuestras nociones del tiempo y su paso provienen de nuestro sentimiento íntimo de lo que sucede dentro de nuestro ser. Esto es lo que nos da la idea que tenemos del tiempo, y, por consiguiente, cuando dormimos, no tenemos conciencia de nosotros mismos: el tiempo, para nosotros, no existe; de suerte que cuando despertamos nos parece como si el tiempo prosiguiese su marcha desde el punto en que recordamos haberlo dejado antes de acostarnos.
Pero no sería extraño que ya de mayores o, tal vez, si por casualidad no nos sentimos bien, aun antes de haber crecido, hallemos que nuestra conciencia del tiempo no desaparece del todo mientras dormimos. Los niños duermen profundamente, y si no fuese así, no podrían crecer sanos y fuertes. Pero las personas mayores duermen a menudo menos profundamente, y pueden tener un sueño tan ligero que, aun cuando no están realmente despiertas, tienen, sin embargo, una especie de semiconciencia de las cosas que sienten en su interior o de las que pasan en torno de ellas, pero especialmente de las primeras.
Cuando pasamos una noche semejante, sin poder conciliar el sueño, y al fin sacudimos la modorra despertándonos del todo por la mañana, nos parece que sólo hemos cerrado los ojos un minuto antes. Y muchas veces nos ha parecido que aquella noche ha sido eterna. Una hora solamente de profundo sueño vale más que muchas de sueño ligero, y cuanto más profundo es éste nos resulta a todos de mayor valor.
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