LA LIBÉLULA - Salvador Rueda
En las calurosas tardes del estío la libélula de alas transparentes y estirado cuerpo persigue en ondulantes giros a los menudos insectos que pululan en estanques y corrientes. Salvador Rueda, inspirado y fecundísimo poeta español (1861-1933), describe aquí con graciosas y pintorescas imágenes la forma y el errátil vuelo del caballito del diablo, como lo llama el vulgo.
Escribiendo con las alas
En la página del viento
La esbelta caligrafía
De sus círculos ligeros.
La libélula elegante
Va deslizando su cuerpo
Igual que un largo cilindro,
Gentil, ingrávido y bello.
Por gala y adorno lleva,
Siendo tan poco su peso,
Cuatro magníficas alas
Cual cuatro lujosos remos,
Y aunque cansado se pose
Alguna vez el insecto,
Porque cerrarlos no puede.
Los tiene a la luz abiertos.
En seis patas, tres por banda,
Apoya su esquife regio,
Que, aunque parece tan frágil,
No es tan sencillo romperlo.
Este bajel diminuto,
Gloria del sol y del céfiro,
Tiene tan rara cabeza
Que da de mirarla miedo.
Lleva unos cóncavos lentes
Sobre la frente sujetos,
Cual si, por ver sin cristales,
Los apartara de intento;
Y por bajo de esos vidrios
Brilla la faz de un espectro
Con sus cuencas descarnadas
Con sus pómulos horrendos.
Y los dientes carcomidos
Como los de un esqueleto.
Injerto de mariposa.
Lleva mil tonos diversos
Como espirales de cintas
Que policroman su cuerpo,
Y en esas sierpes de luces
Corren liándose a un tiempo,
Al lado del oro vivo,
Azul, rosa, añil o negro.
Finge boquilla de ámbar
Colgada de cuatro vuelos
Y liada en serpentinas
De cien colores soberbios,
Y es un pirata del aire
Con instintos carniceros,
Que extiende sus cacerías
Los rayos de sol adentro.
Mil insectos diminutos
Va como un néctar selecto
En su volar incesante
La libélula bebiendo.
Un polvo de pedrería
Parece ser su alimento,
Moléculas de colores
Que el sol reviste de fuego.
Forma tan leve y divina
Que parece hecha de un sueño.
De un sutil rayo de luna,
De una risa o de un deseo,
Es en las luces girando,
Por un contraste siniestro.
La misma muerte con alas
Bailando al girar del viento.
¡Y de un gusano deslía
La libélula su cuerpo;
Ella es el gusano mismo,
Largo, sin ruido y aéreo!
Para dar brillo a su forma,
Disimulando lo infecto,
La empavesó Dios de alas
Cual de un velamen espléndido.
Del gusano de su vida
La libélula es remero,
Visión con cuatro alas grises
Que lleva su propio entierro.
Si no vuela, se corrompe;
Por eso su afán inquieto
De ir trazando por el aire
Laberintos y arabescos;
Por eso ni un punto cesa
Y gira en constante juego
Desvolando arrepentida
Lo que antes voló primero,
Y otra vez haciendo líneas,
Curvas, planos y diseños,
Para al fin desbaratarlos
Y formar otros de nuevo.
La Vida toda se agita
En un trepidar perpetuo,
Y no es más que una gigante
Libélula el Universo.
Ved cómo a fija carrera
Viven los astros sujetos;
Ved cómo actúan los átomos
En un hervir sempiterno;
Ved cómo arrastran los ríos
Su azul y elástico cuerpo;
Y cuál tira cuanto vive
De su tristísimo entierro,
Desde el águila que orea
Su materia entre mil cielos,
Al pez, que un desinfectante
Arrastra en su movimiento.
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