CAMINO ADELANTE - Abilio Guerra Junqueiro


El hombre halla en el retorno a la paz y amor de los campos, un asilo consolador de las adversidades y desengaños de la vida. Con arte nuevo y muy individual glosa poéticamente este pensamiento Abilio Guerra Junqueiro, poeta portugués contemporáneo, nacido en 1850 y fallecido en 1923.

I - AL MARCHAR
Un día de principios de primavera, al rayar el alba. Por una senda abierta entre sembrados, dehesas, olivares y almendros en flor. va un peregrino adolescente, contemplando con extática ingenuidad el fulgor del lucero matutino.

UN LABRADOR (de noventa años, en mangas de camisa, yendo a labrar el campo).
¡Oh, señor tan joven, de ojos de esperanza!
¿Dónde vais andando? ¿Vais a algún lugar?
EL PEREGRINO
¡Voy a correr mundo!
EL LABRADOR
¿Sin arnés ni lanza?
¡Oh, señor tan joven, de ojos de esperanza,
Penas y miserias pronto habréis de hallar!
UNA VIEJECITA (más adelante)
¡Oh. señor tan joven, de ojos inocentes,
Id con gran prudencia para caminar!
EL PEREGRINO
Voy a domar monstruos, a matar serpientes...
LA VIEJECITA
¡Oh, señor tan joven, de ojos inocentes.
Ved que los dragones os pueden matar!
UNA CAMPESINA JOVEN (más adelante)
¡Oh, señor tan joven, de ojos encantados!
¿Vais, con la mañana, para algún pomar?
EL PEREGRINO
Voy tras los Destinos a descubrir Hados...
LA CAMPESINA
¡Oh, señor tan joven de ojos encantados.
Negros hechiceros os van a hechizar!
UNA PASTORCITA (más adelante)
¡Oh, señor tan joven, de ojos tan brillantes!
Dicen vuestros ojos que os vais a casar...
EL PEREGRINO
Voy a hallar tesoros, a coger diamantes...
LA PASTORCITA
¡Oh, señor tan joven, de ojos tan brillantes.
Ved que los bandidos muerte os pueden dar!
UN MENDIGO (más adelante)
¡Oh, señor tan joven, de ojos cual la llama!
Vuestros ojos arden como luz solar...
EL PEREGRINO
¡Voy a inventar mundos, quiero gloria y fama!
EL MENDICO
¡Oh, señor tan joven, de ojos cual la nana:
Sube a las alturas, cruza el ancho mar!
LA ESTRELLA MATUTINA
¡Oh, inocencia dulce, de ojos como cielos,
Por infiernos dejas tu feliz lugar!
EL PEREGRINO (desapareciendo a lo lejos)
¡Flores son las piedras para mis anhelos!
¡Llevo luz de soles, cantos de chicuelos,
Risa de los viejos, y calor de hogar!...

II - AL VOLVER
Fin de otoño, al anochecer. Por la senda, ¡ría v sin verdores, va andando, harapiento y exangüe, un voorecilo triste, abonado en su báculo.

UN LABRADOR (de cien años, robusto aún, en la puerta del caserío).
Mendigo de ojos sin esperanza.
Teme en la sombra tu perdición;
Entra en mi albergue, duerme y descansa...
EL POBRECITO (andando siempre)
¡Dame la calma, divina y mansa.
Que guarda, anciano, tu corazón!
UNA VIEJECITA (rezando a la entrada del molino)
Mendigo de ojos de desventura,
En el molino tengo un jergón,
Duerme tranquilo, goza la hartura...
EL POBRECITO (andando siempre)
¡Ay, quién me diera, para ventura,
Lo ingenuo y santo de tu ilusión!
UNA CAMPESINA (volviendo de la vendimia)
Mendigo de ojos cual hechizado,
Busca en mis viñas habitación,
Miel, vino, leche, pan muy dorado...
EL POBRECITO
¡Tu goce ingenuo, nunca turbado,
En vano busca mi corazón!
UNA PASTORCILLA
Mendigo de ojos cual la tristeza,
¿Quieres merienda? Toma el zurrón:
El queso es bueno, y en su pobreza...
EL POBRECITO (andando siempre)
Dame tu risa, toda pureza,
Lirio campestre de la región
UN PORDIOSERO
Mendigo de ojos cual la agonía,
Toma mi manta, toma el bordón.
Nada más llevo... la noche es fría.
EL POBRECITO (andando siempre)
¡Algo más llevas! Yo desearía
Tu santa y dulce resignación.
LA ESTRELLA VESPERTINA
Alma de loco, di, soñadora,
¿Qué es de tus sueños, si sueños son?
Ebrio de luces, como una aurora
Te vi marchando... y anciano ahora
Andar no puedes sin el bordón.
Tus ojos siempre vi enamorados
Y entre sonrisas y entre pasión
Siempre lucieron entusiasmados,
Pero otras veces los vi nublados
Por llanto, fiebre e indignación.
Al fin regresas al patrio suelo;
Vuelve a la sombra con sumisión,
Y con la vista puesta en el cielo...
¡Deja que duerma cual pequeñuelo,
Deja que duerma tu corazón!
EL POBRECITO (llorando)
¡Sólo tú, estrella, me has conocido!
En mis dolores y en mi aflicción,
Sola, tú sola nunca has dormido;
Tú mis plegarias siempre has oído...
¡Porque es de cielo tu corazón!