VANIDAD DE VANIDADES - Julio Arboleda
Todo en el mundo es pasajero; sólo la virtud no muere: tal es la idea central desarrollada razonadamente en esta composición por el notable poeta neogranadino Julio Arboleda (1817-1861).
Busca el egipcio en su constante anhelo
Gloria inmortal: al tiempo desafía
Construyendo pirámides que envía
De la móvil arena al alto cielo.
Los restos de sus padres, en su duelo.
A la sólida fábrica confía,
Y del tiempo a pesar, la momia fría
Por siglos guarda el consagrado suelo.
Descubre el sabio el esqueleto pálido:
Interroga las raras inscripciones
Y se desvela sobre el resto escuálido
Que ha triunfado de mil generaciones;
Mas ¡ay! murieron raza, historia y nombre:
Sólo quedó la vanidad del hombre.
¿Quién construyó la inmensa maravilla
Que se esconde en el suelo americano?
¿Quién de Palenque explicará el arcano
Que nuestra ciencia presuntuosa humilla?
Tal vez fue de Titanes la semilla,
De aquella raza cuya dura mano
Construyó el laberinto sobrehumano
Que a pesar del diluvio vive y brilla.
Pero no queda de esa raza nada;
De la fábrica enorme cada piedra,
Una vez y otra vez interrogada
Con su terco silencio nos arredra:
-¿Quién os labró?-¡La vanidad!, responden
Los ecos que en las bóvedas se esconden.
¿Y cuántas glorias, en su propio aprecio,
No fundaron los ínclitos mortales
Que aquellos monumentos colosales
Dieron al mundo, del poder por precio?
¡Y cuan costoso para el pueblo, y recio.
Y cuan fecundo en servidumbre y males
fue el poder que en tan anchos pedestales
Dejó su fama con orgullo necio!
El amor de la gloria a la injusticia
Los llevó, y al afán y al movimiento,
Para dejar a su ambición propicia
Fábrica eterna, eterno monumento.
Mas ¡ay! erraron, porque todo ha muerto,
Manos la vanidad, en el Desierto.
¡Infeliz del que busca en la apariencia
La dicha, y en la efímera alabanza,
Y muda de opinión con la mudanza
De la versátil, pública conciencia!
El presente es su sola providencia;
Cede al soplo del viento que lo lanza
Al bien sin fe y al mal sin esperanza;
Que en errar con el mundo está su ciencia.
;Y feliz el varón independiente
Que, libre de mundana servidumbre.
Aspira entre dolor y pesadumbre
A la eterna verdad, no a la presente,
Conociendo que el mundo y sus verdades
Son sólo vanidad de vanidades!
¡Oh! Todo es vanidad: Dios sólo sabe
Glorificar al hombre que ha creado;
Puede del ancho espacio ser borrado
El orbe, al son de su palabra grave;
Mas cerneráse el Justo, como el ave
Revoloteando sobre el ponto airado,
Por encima del mundo desquiciado,
En que la misma vanidad no cabe.
Imperios, mundos, creaciones pasan,
Como pasan vibrando por el campo,
Sin dejar huella, el repentino lampo
De aquellos fuegos que el espacio abrasan:
Mas la virtud no muere ni se olvida;
Que Dios le da su eternidad por vida.
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